¿Hay que dolarizar la economía?: 6 razones para hacerlo y cómo esa medida les cambiaría la vida a los argentinos

Fragmentos de “Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica” (El Ateneo), el primer libro del magister en Finanzas y Políticas Públicas Alfredo Romano

“Argentina necesita un cambio de paradigma”, le dijo a Infobae el Magister en Finanzas y Políticas Publicas Alfredo Romano, autor de “Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica” (El Ateneo) y presidente de Romano Group.

 

“Ecuador dolariza su economía unilateralmente, es decir, Estados Unidos no participa. Cuando me preguntan si los principales interesados en dolarizar nuestra economía son Estados Unidos o el Fondo Monetario, mi respuesta es un ‘no’ contundente. El Fondo y Estados Unidos no quieren que economías convulsionadas como la nuestra pongan en tela de juicio y riesgo el prestigio que se ha ganado el dólar en el mundo. Por ende, los principales contras de este programa serán ellos mismos”, detalló el autor del nuevo libro, prologado por Sergio Berensztein.

“La dolarización de la economía significa que no exista nunca más la posibilidad de emitir por parte del Banco Central. Por ende, la independencia de la política monetaria queda absolutamente protegida de los gobiernos de turno”, agregó el economista y autor, y enumeró los motivos por los cuales el país debería estudiar la aplicación de mecanismo:

– Permite bajar dramáticamente la inflación argentina en poco tiempo.

– Limita los canales de gastos de los gobiernos de turno.

– Es una política monetaria que permite definitivamente independizarla de los intereses de los gobiernos de turno, evitando la emisión monetaria descontrolada.

– Sin moneda no hay economía.

– Porque el régimen de bimonetarismo fracasó.

– Es la única política monetaria que nunca probamos en nuestra historia.

– La dolarización mejora la gobernabilidad en momentos de fragilidad institucional. Un ejemplo contundente es el Ecuador.

– El peso ya murió en la sociedad argentina.

La presentación del libro será el próximo miércoles 24 de noviembre a las 18:30 y de manera digital (inscripciones en @romanoal). Participarán Romano, Berensztein y también Augusto de la Torre, ex economista jefe del Banco Mundial y ex presidente del Banco Central de Ecuador.

Fragmentos de “Dolarizar, un camino hacia la estabilidad económica”

La historia y los datos duros nos demuestran que emitir y tomar decisiones expansivas en materia monetaria equivale a darle cianuro a un enfermo de cáncer: siempre salió mal porque emitiendo se espiralizó la inflación y generó mayor pobreza en el país. El mejor ejemplo corresponde a 2020, cuando Argentina tuvo que emitir descontroladamente para hacer frente a la pandemia, pero eso no suavizó el shock económico. La economía cayó 10% y en 2021 la inflación se proyecta en 50%. En síntesis, fuimos de las economías más golpeadas del planeta y nuestro Banco Central nada pudo hacer al respecto.

Por otro lado, hemos visto en reiteradas oportunidades los limitados efectos que tiene la herramienta de la tasa de interés para hacer política monetaria y están ligados a la poca profundidad que tienen el crédito, el sector financiero en la economía y la informalidad del país (50% del PBI). Es decir, utilizar la tasa de interés como canal de transmisión para hacer política monetaria es muy difícil y los resultados no suelen ser lo que nuestros banqueros centrales proyectan en sus planillas de Excel. Hemos visto un ejemplo también hace pocos años cuando en 2018 se redujo notablemente la masa monetaria para contener la inflación. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos monetarios, la suba del dólar fue la principal ancla para proyectar expectativas inflacionarias. Los resultados se conocen, ya que sin emitir durante 14 meses y llevando la masa monetaria a mínimos históricos respecto al PBI, la inflación de 2019 trepó al 53.8%.

Pemitir y tomar decisiones expansivas en materia monetaria equivale a darle cianuro a un enfermo de cáncer: siempre salió mal porque emitiendo se espiralizó la inflación y generó mayor pobreza en el país

Finalmente, las devaluaciones no solo no tienen los efectos previstos en la economía real de Argentina sino también en varios países de Latinoamérica (“On Dollarization”, Calvo, 1999). Al contrario, las devaluaciones en mercados emergentes han venido acompañadas de suba de tasa de interés y por ende una caída en la actividad, las exportaciones y el producto bruto interno. En el caso de Argentina, que históricamente ha contraído deuda en dólares en mercados internacionales para financiar déficits fiscales, las devaluaciones solo han generado mayor presión cambiaria, mayor inestabilidad económica, mayor volatilidad y salida de capitales e inversiones de manera sustancial. En 2001, luego de la megadevaluación, Argentina sufrió la mayor caída económica de su historia. En 2018 luego de una devaluación mayor al 100%, terminó con la caída del PBI y en 2019 volvió a enfrentar un default en los mercados internacionales.

Dolarizando el país, se cede en el control sobre la política cambiaria y Argentina necesita un peso competitivo para exportar.

¿Acaso Argentina tiene control real sobre el peso? En 2021 enfrentamos un megacepo cambiario y una brecha del 62% con otras cotizaciones paralelas del dólar. ¿Cuánto puede durar ese control del tipo de cambio por parte del Estado?

Respecto al tipo de cambio competitivo para exportar, los datos duros muestran que hace una década con un tipo de cambio en términos reales competitivo, Argentina solo sigue vendiendo menos al mundo. En diciembre de 2011 exportamos por más de 80 mil millones de dólares mientras que a diciembre de 2020 esa variable fue menor a 55 mil millones de dólares. Es decir, hemos perdido terreno notablemente en el aspecto comercial. A pesar de contar con una moneda nacional, Argentina solo ha perdido terreno en el comercio exterior. Si consideramos el período postconvertibilidad (2002 a 2015), las exportaciones a precios constantes avanzaron a un magro 0.5% promedio anual, no solo muy por debajo de Asia emergente (que avanzó al 9.7% anual), sino también por debajo del promedio de las economías emergentes (6.6%), del total mundial (4.7%) e incluso del promedio de América Latina y el Caribe tomados en su conjunto (3.7%) (IMF, CAC).

Exportar significa venderle soja al mundo y dolarizando destruimos ese mercado.

Constituye un error conceptual pensar que podemos seguir con el modelo agroindustrial de 1920 y no advertir que hoy los países han evolucionado con respecto a sus matrices productivas. Bienvenido sea exportar y potenciar el campo argentino, pero Argentina tiene la mayor cantidad de unicornios de Latinoamérica, compañías que no existían y en pocos años lograron valorizarse por más de 1.000 millones de dólares. Nuestro país tiene que pensar también en exportar conocimiento, valor agregado y servicios, y eso solo se logra con estabilidad cambiaria que brinde previsibilidad para invertir en el largo plazo. Hemos generado negocios que se exportan y son exitosos en el mundo. ¿Qué sucedería si contamos con un manto de estabilidad macroeconómica durante décadas?

Constituye un error conceptual pensar que podemos seguir con el modelo agroindustrial de 1920 y no advertir que hoy los países han evolucionado con respecto a sus matrices productivas
Si hay dolarización, no se pueden atenuar los shocks externos.

¿Cuándo logramos atenuar un shock externo por política monetaria que no terminara en mayor pobreza e inflación? En 2018 hubo un resfrío internacional y los resultados económicos estuvieron a la vista. En 2020 sucedió lo mismo. Contando con una moneda nacional y con un Banco Central capaz de brindar herramientas para amortiguar o evitar crisis económicas, en los últimos 10 años hemos tenido 6 períodos recesivos, lo que resulta en una de las peores performances a nivel global. Argentina tiene una década de estanflación, es decir nulo crecimiento con altos índices inflacionarios (Datos: INDEC, Mecon). Entre 2011 y 2019, el PBI argentino cayó más del 2%. Si le agregamos el 2020, el deterioro llega a 11.9%.

Las diferencias de productividad entre Estados Unidos y Argentina hacen inviable pensar en dolarizar nuestra economía.

Hoy la productividad argentina es de las más bajas del mundo aunque tenemos un nivel de pobreza del 50% y un tipo de cambio real multilateral en máximos históricos. Es decir, estamos muy baratos respecto al mundo, pero venimos de crisis en crisis. A pesar de contar con el mejor tipo de cambio de la historia, en 2021 la economía argentina no podrá ni compensar el golpazo de la pandemia. La productividad no se resuelve devaluando sino realizando mejoras profundas en el frente impositivo y laboral que brinden un espacio fértil para potenciar la productividad en el país y salir de décadas improductivas. Nuestro país, a pesar de contar con un tipo de cambio flexible, no tiene las herramientas impositivas y laborales para fortalecer la competitividad económica.

Ahora me pregunto, entonces Alemania, Italia, España, Portugal, Lituania, Estonia, Grecia, Francia, Holanda, República Checa, Irlanda, Portugal y el resto de los 19 países miembros que renunciaron a sus monedas locales ¿perdieron su soberanía? Algunos dirán que la gran diferencia radica en que estos países crearon una moneda nueva y no adoptaron una que es de otro país. Sin embargo, estos países perdieron su moneda nacional soberana y la nueva dinámica económica, institucional, comercial y de funcionamiento general de cada país se rige por una lógica que trasciende a uno de manera individual.

De esta manera, el funcionamiento de las instituciones comunes en la eurozona es un ejercicio de soberanía compartida, que ha contribuido a que las instituciones de todos los países miembro hayan desempeñado un papel esencial en el fortalecimiento del proceso de integración económica. Es este el punto central ya que todos estos países ahora dependen de una nueva entidad como lo es el Banco Central de Europa, que se rige por decisiones que no dependen de los intereses de un solo país sino que de varios. Si se analiza la performance de economías como la de España, podemos verificar, a partir de datos del Banco Mundial, que duplicó su producto bruto interno a 634 mil millones de dólares en 1999, cuando ingresó a la zona euro, y 1.393 mil millones de dólares en 2019, mientras que Italia y Francia prácticamente lo duplicaron desde que se instauró este nuevo régimen monetario.

Alemania, Italia, España, Portugal, Lituania, Estonia, Grecia, Francia, Holanda, República Checa, Irlanda, Portugal y el resto de los 19 países miembros que renunciaron a sus monedas locales ¿perdieron su soberanía?

A su vez, otra de las fortalezas que generó el desarrollo de la moneda única estuvo vinculada con la integración comercial de los países. “El modelo europeo de integración económica se ha convertido en una referencia inevitable para cualquier proyecto de integración. El compromiso político fuerte y sostenido, la construcción de un sistema jurídico e institucional supranacional y las políticas y acciones comunes tendientes a consolidar la integración económica constituyen tres componentes esenciales de ese modelo, que han configurado un «triángulo virtuoso» con capacidad de incidir positivamente sobre el desarrollo económico”, sostiene Rueda Junquera, profesor titular de Economía Aplicada en la Universidad de Burgos, Doctor en Economía por la Universidad de Londres y Magíster en Desarrollo Económico Latinoamericano por la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y el Caribe.

SEIS RAZONES MÁS POR LAS CUALES DEBEMOS DOLARIZAR LA ECONOMÍA

Hace poco encontré una nota que mencionaba las siete razones por las cuales era imposible dolarizar la Argentina. El derecho a réplica existe, y por ende voy a responder sobre cada argumento las razones de por qué debemos dolarizar la economía, aprovechando la posibilidad de un debate por escrito. En primer lugar, no me siento un “anarcocapitalista” porque crea que la solución para volver a crecer en Argentina de manera sostenida en el largo plazo sea llevando adelante un plan disruptivo e innovador en materia monetaria que siente las bases de la estabilización para luego avanzar en mejoras impositivas y laborales.

La dolarización efectivamente hoy no está contemplada en nuestra Constitución nacional, por ende llevar adelante el plan monetario requiere de un tratamiento legal que modifique las reglas de juego
Por ende, la primera corrección técnica viene dada porque conceptual y técnicamente es un error profundo definir la dolarización de una economía como el proceso de establecer una paridad cambiaria peso-dólar. La dolarización no permite la continuidad del bimonetarismo sino que el dólar es la única moneda de curso legal por la cual la economía se rige. Por ello, hablar de paridad cambiaria manteniendo dos monedas no hace más que referenciar a una caja de conversión o convertibilidad, donde se fija un anclaje cambiario como mecanismo de referencia monetaria entre la moneda local y el dólar.

La dolarización es inconstitucional.

La dolarización efectivamente hoy no está contemplada en nuestra Constitución nacional, por ende llevar adelante el plan monetario requiere de un tratamiento legal que modifique las reglas de juego. Dicho esto, es correcto parcialmente el análisis ya que según nuestra Corte Suprema de Justicia de la Nación en Fallos 36:177 ha dicho que “El Congreso está constitucionalmente habilitado para crear una o más especies de moneda para el país, imponer su curso legal”, en palabras de Dalla Vía, El Régimen constitucional de la moneda. Agrego que en ese informe la actual Ley Orgánica del Banco Central nº 24.144 establece que el BCRA es una entidad autárquica (art. 1º) cuya misión “primaria y fundamental” es preservar el valor de la moneda (art. 2º). Recordemos que Argentina tuvo que cambiar en los últimos 139 años 5 veces su moneda de curso legal ya que el valor fue destruido por procesos hiperinflacionarios e inflacionarios (Sticco, 2020).

Por otro lado, Argentina gracias al art. 71 de su ley monetaria 3871 de 1899 fue un país pionero imponiendo la posibilidad de tener al oro y otras monedas extranjeras como moneda de curso legal, abriendo la posibilidad de que el dólar sea también una moneda de curso legal en nuestro país.

Dolarizar es inviable con el nivel de reservas.

El proceso de dolarización se debe llevar adelante canjeando la base monetaria por dólares, es decir, M0, que resulta ser la cantidad de billetes y monedas en manos de los argentinos. También se suma el dinero de los bancos depositados con el Banco Central (Hanke et Schuler, “A Monetary Constitution for Argentina”). Si tomamos de referencia el informe monetario del Banco Central a julio 2021, la circulación monetaria sumada a la cuenta corriente en pesos en el BCRA asciende a 2.755 millones de pesos.

La dolarización no permite la continuidad del bimonetarismo sino que el dólar es la única moneda de curso legal por la cual la economía se rige
Si utilizamos de referencia al dólar financiero “contado con liquidación” de 170 pesos por cada dólar, Argentina necesitaría 16.200 millones de dólares para poder llevar adelante la dolarización de su economía. Aclaro que utilizo el dólar financiero llamado “contado con liquidación” ya que es el único dólar formal al cual las empresas e individuos pueden acceder sin restricciones de montos. Sería un “sinsentido” asumir la cotización oficial de julio 2021 de 100 pesos por cada dólar, cuando existe una limitación extraordinaria al acceso de dicha cotización. El dólar oficial en la Argentina hoy tiene además de restricciones de monto para operar (200 dólares por persona humana por mes) unos cargos impositivos que encarecen el valor llevándolo a 167 pesos por cada dólar. Es por esta razón que he decidido utilizar al contado con liquidación como precio de referencia y de equilibrio en el mercado cambiario.

Según estimaciones privadas, nuestro país cuenta con reservas líquidas de alrededor de 4.200 millones de dólares y se le suman alrededor de otros 4.000 millones de dólares de reservas en oro (inmediata liquidez) a julio 2021. Por ende, el país necesitaría atesorar unos 8 mil millones de dólares en reservas netas líquidas para comenzar su proceso de dolarización. Al cierre del viernes 15 de mayo de 2021 según el valor de referencia del mercado de Chicago, Estados Unidos, la tonelada de soja cotiza en 592.4 dólares. En los últimos 12 meses el precio prácticamente se duplicó y Argentina –según estimaciones privadas de Romano Group– ingresaría un extra de divisas por un total de 9.400 millones de dólares aproximadamente. Lo que quiero transmitir es que debido a los excelentes términos de intercambio, la posibilidad de atesorar 8.000 millones de dólares extras para dolarizar el país luce absolutamente factible.

Aumenta aún más la posibilidad de un nuevo default financiero en el futuro cercano.

El riesgo país argentino al cierre del 14 de mayo de 2021 es de 1592 puntos según el informe realizado por el banco americano JP Morgan. El de Brasil es de 257, Panamá 147, Perú 130, Uruguay 125, Colombia 238. Es decir, en este momento el país se encuentra nuevamente en un default técnico de su deuda y sin ninguna posibilidad de acceder a los mercados internacionales en busca de financiamiento. Argentina reestructuró una deuda por más de 60.000 millones de dólares en agosto 2020 y se convirtió en el primer caso en la historia que –luego de haber llegado a un nuevo acuerdo con sus acreedores– sigue técnicamente en cesación de pagos y sin ningún canal de acceso al crédito. Por ende, la dolarización acompañada de otras medidas económicas en materia fiscal y laboral funcionaría como un catalizador para recuperar la confianza perdida en el país y por tanto, salir del default técnico en el que convivimos desde marzo de 2018 luego de que se cerrara el crédito externo en la gestión anterior.

Argentina tuvo que cambiar en los últimos 139 años 5 veces su moneda de curso legal ya que el valor fue destruido por procesos hiperinflacionarios e inflacionarios

Ante un escenario de desequilibrio financiero en la balanza de pagos, no habría financiamiento de última instancia.

Cada vez que el BCRA emite en situaciones de máxima tensión económica para generar liquidez en el mercado o devalúa para atenuar el shock económico, ha generado un efecto contradictorio (Globalización y régimen cambiario: ¿tiene sentido dolarizar? Calvo, 1999). En vez de reducir la volatilidad, generar tranquilidad y recuperar confianza, ha enardecido los fogonazos devaluatorios y profundizado las crisis económicas. Por ello es un mito escudarse en la pérdida de nuestro BCRA como prestamista de última instancia para resolver crisis financieras generadas por desequilibrios de balanza de pago o shocks externos. Sin ir más lejos, lo hemos visto en la crisis de la pandemia de 2020, donde el BCRA ha emitido dos billones de pesos (7.4% del PIB) para sostener la actividad económica, pero la economía real cayó 9.9% y la inflación del 2020 alcanzó el 36%.

Por otro lado, el verdadero y único prestamista de última instancia en Argentina ha sido el Fondo Monetario Internacional; en efecto, según un informe de Noemí Brenta titulado “Argentina y el FMI: efectos económicos de los programas de ajuste de larga duración” entre 1956 y 2006 la Argentina suscribió 21 acuerdos de condicionalidad fuerte con el FMI: 18 de derechos de giro, 2 de facilidades extendidas (1992 y 1998) y 1 de servicio de complementación de reservas, en 2001. Si sumamos los últimos 2 acuerdos llevados adelante en el 2018 y el posible nuevo acuerdo en los próximos tiempos 2021-2022, Argentina ha convivido prácticamente los últimos 65 años de su historia condicionado por su prestamista de última instancia, el FMI. Por ende, no nos mareemos pensando que perderíamos un prestamista de última instancia cuando la realidad indica que nunca hemos tenido uno.

La dolarización requiere de altos niveles de encajes bancarios, lo cual genera un exilio de la banca al exterior.

En primer lugar vamos a definir algunas cuestiones técnicas para no perdernos en el análisis. ¿Qué es la tasa de encaje bancario y por qué es importante? Se trata de un requerimiento de fondeo bancario obligatorio para todas las entidades financieras del país y se mantiene para fines de regulación monetaria por disposición del BCRA. También lo llamamos el efectivo mínimo que necesitan mantener los bancos para evitar que en situaciones de estrés financiero no cuenten con los recursos para poder devolverle la plata a la gente si la demandara. Los agentes bancarios no pueden utilizar estos fondos en ningún tipo de transacción financiera (préstamos o inversión) con el fin de generar rentabilidad. Se aplica casi siempre a las entidades financieras y usualmente se calcula como un porcentaje de sus obligaciones (depósitos o pasivos). Como ya hemos mencionado en reiteradas oportunidades entre los diversos instrumentos que usa la entidad para mantener la estabilidad del mercado se encuentra la tasa de encaje bancario, por lo que resulta ser una herramienta de política monetaria muy importante (…).

La deuda con el Fondo Monetario Internacional sería impagable si dolarizamos.

¿No se está discutiendo un nuevo acuerdo y extender los plazos de pago porque en la actualidad la deuda con el IMF es impagable? Debido a la situación económica que atraviesa Argentina en 2021 la deuda con el Fondo resulta impagable. El país cuenta con moneda propia pero cada devaluación de su tipo de cambio presiona profundamente la sostenibilidad de poder hacer frente a pagos en una moneda dura como el dólar. Recordemos que luego de cerrarse los canales de crédito en marzo de 2018 el tipo de cambio oficial era de 20.44 pesos, mientras que a julio de 2021 era de 100 pesos, por ende repagar deudas en dólares se torna cada día más difícil para el país.

Existen variedad de informes técnicos que confirman que existe una relación estrecha entre la política cambiaria y el default de la deuda. Un informe propiamente del IMF “Política cambiaria y crisis en economías emergentes” (“Exchange rate policy and Debt crises in Emerging economies”, 2003) confirma la fuerte relación directa que existe entre ambos factores. También, otro informe de Armingeon y Baccaro “Political economy of the sovereign debt crisis: the limits of internal devaluation” sostiene que la devaluación interna deprime el crecimiento y la ausencia de crecimiento requiere una mayor austeridad para que el gobierno recupere su credibilidad, por lo tanto genera un círculo vicioso y afecta la posibilidad de repagar las deudas.

Si hay algo que nuestra patria perdió hace mucho tiempo fue la confianza de sus ciudadanos en las políticas económicas
En este sentido, a pesar de que escucho muchos colegas que fundamentan que la dolarización no va a resolver todos los problemas de nuestro país –punto con el que, a priori, coincido plenamente–, difiero en que considero que opera como el catalizador o puntapié inicial, para construir una economía donde uno pueda confiar, tener previsibilidad, vivir en estabilidad y sobre todo, con seguridad (…).

CÓMO CAMBIA LA VIDA UNA DOLARIZACIÓN COMPLETA DE ARGENTINA

Si hay algo que nuestra patria perdió hace mucho tiempo fue la confianza de sus ciudadanos en las políticas económicas. Una persona puede tener buena salud, pero eso no le asegura prosperidad, ni felicidad, ni un buen matrimonio. Lo mismo sucede con la economía. La estabilidad monetaria no le asegura a un país prosperidad, felicidad o solución a sus problemas sociales. Sin embargo, tanto la salud como la estabilidad monetaria son condiciones necesarias y esenciales para poder lograr los objetivos de bienestar que merecemos. Lo mismo sucede con la dolarización, ya que el primer efecto que genera en la economía es restaurar la confianza perdida, algo fundamental y esencial para volver a pensar en la prosperidad económica.

Doña Rosa dejará de pensar todos los días de su vida cómo llegar a fin de mes con la jubilación que cobra. Dejará de buscar estrategias y lugares, mercados, comercios, para conseguir el mejor precio
Sin embargo, existen interrogantes respecto de los beneficios para todos los sectores sociales si se lleva a cabo una dolarización completa de su economía, que intentaremos responder en esta sección.

¿Cómo le cambia la vida a Doña Rosa?

Doña Rosa dejará de pensar todos los días de su vida cómo llegar a fin de mes con la jubilación que cobra. Dejará de buscar estrategias y lugares, mercados, comercios, para conseguir el mejor precio. Podrá, sobre la base de los ingresos en dólares que cobra mensualmente, saber que dentro de 1, 2, 3, 4 y 10 meses seguidos, esos ingresos van a tener el mismo poder de compra y no va a tener que hacer “malabares” para sobrevivir. Es decir, Doña Rosa no sufrirá nunca más en su vida el karma de la inflación.

¿Cómo le cambia la vida a Sergio, que tiene un oficio y recién comienza a hacer changas?

Sergio va a tener la posibilidad de cobrar por sus changas con dólares. No con papelitos de colores que todos los días se le devalúan y que, al no contar con un máster en finanzas en una universidad prestigiosa del país, no sabe cómo evitar que valgan menos el próximo mes. Es decir, Sergio puede cuidar el valor de su esfuerzo diario sin sufrir las devaluaciones constantes que se dan en este país y sin ser un especialista en inversiones.

Por primera vez en sus vidas van a poder acceder a financiar sus primeras viviendas sin vivir los dolores de cabeza de las UVAS y todos los históricos programas de préstamos hipotecarios
¿Cómo le cambia la vida a un/a emprendedor/a?

Simplemente va a tener estabilidad y tendrá la suerte de proyectar su negocio y sus flujos de fondos sin vivir la locura de no saber cómo va a estar el dólar pasado mañana. Va a poder tener una reunión con un grupo de inversores y contarles cómo su dinero va a pasar a valer más en un tiempo determinado sin tener que decir “estas son nuestras proyecciones, pero siempre estamos condicionados a la volatilidad e inestabilidad argentina”.

Y ¿cómo le cambia la vida a un empresario pyme que rema con su empresa hace décadas?

Ese empresario, por primera vez en décadas, no va a pensar en la inflación, en las subas mensuales de la energía, las tarifas, el gas. Una de las mayores ventajas es que el valor del gas, petróleo –la industria de energía– se mantendría estable. Cada nueva devaluación, cada suba de los precios mensuales solo genera desajustes en el poder adquisitivo de ese empresario pyme que factura en pesos, pero tiene que pagar la energía dolarizada.

Van a poder proyectarse en nuestro país, sin pensar que sus hijos deberían emigrar para buscar un mejor futuro, con estabilidad económica.
¿Cómo le cambiamos la vida a un profesional de la salud, a un arquitecto, abogado independiente, contador público o docente y al resto de la clase media argentina? Por primera vez en sus vidas van a poder acceder a financiar sus primeras viviendas sin vivir los dolores de cabeza de las UVAS y todos los históricos programas de préstamos hipotecarios que por la indexación a la inflación y a la suba del dólar se hacen imposibles de pagar en el largo plazo. También, van a poder proyectarse en nuestro país, sin pensar que sus hijos deberían emigrar para buscar un mejor futuro, con estabilidad económica.

Finalmente, ¿cómo le cambiamos la vida a la dirigencia política?

Todo economista contemporáneo sabe que para que una política monetaria resulte efectiva, debe tener credibilidad. Sin ella, las expectativas de los agentes económicos desacreditan cualquier medida que pueda tomar el Banco Central. La dolarización representa la bala de plata para recuperar la credibilidad en las políticas económicas.

Como dice el refrán “una golondrina no hace verano”, la dolarización no va a ser el Mesías de todos los problemas estructurales de Argentina, pero viene a resolver dos que resultan fundamentales para vivir en estabilidad: el bimonetarismo y en consecuencia, la inflación.

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