Síndrome de Hubris, el trastorno que padecen los que ejercen el poder

La persona que lo padece demuestra rasgos de grandiosidad, narcisismo y comportamiento irresponsable. Es muy común en políticos y personas en posiciones de poder.

El médico y político británico David Owen sustentó en un artículo en la revista Brain, que este síndrome causa cambios psicológicos en políticos y personas en posiciones de poder que desarrollan inestabilidad mental.

«Líderes que sufren de este síndrome hubris ‘político’ creen que son capaces de grandes obras, que de ellos se esperan grandes hechos, y creen saberlo todo y en todas las circunstancias, y operan más allá de los límites de la moral ordinaria», argumenta Owen según una revisión hecha por la revista Foreign Affairs.

Elmer Huerta, asesor médico de RPP Noticias, explica que las personas «intoxicadas por el poder» también pierden el contacto con la realidad y si no son cuidadosas pueden llegar a su Némesis.

Owen que también es autor de los libros En la Enfermedad y el Poder: Enfermedades de los Jefes de Estado Durante los Últimos 100 Años y  El Síndrome Hubris: Bush, Blair y la Intoxicación del Poder, publicado en 2011, plantea los síntomas psiquiátricos del síndrome hubris.

Por ejemplo: pérdida de contacto con la realidad;  imprudencia e impulsividad; aislamiento progresivo y la tendencia a hablar en tercera persona, entre otros rasgos.

Sugiere que el tratamiento del hubris pasa porque la persona pierda el poder para “que se cure”, aunque un ejercicio consiente de humildad también ayuda. «En ese sentido, no hay duda que el papa Francisco es una persona que nos da múltiples ejemplos de lo que es luchar contra el hubris. Rechazar los lujosos aposentos papales y vivir en una habitación de hotel, usar comedores comunales en vez de aislarse comiendo a solas o con algunos escogidos, rechazar los vehículos de lujo y viajar en su humilde Fiat, y alternar frecuentemente con los humildes -como celebrar sus 80 años con méndigos- son algunos de ellos. Y cuando el Papa pide reiteradamente que recen por el, estoy seguro que lo hace para salvarse del hubris. La humildad es la única vacuna contra el hubris», comenta Huerta.

Owen propone que el síndrome de hubris sea incluido en el Manual de Diagnóstico Psiquiátrico, pero eso aún no ha sido aceptado.

OTRO ENFOQUE SOBRE ESTE SINDROME

Por: Róger Alfredo Jímenez/Psicólogo

Existe un trastorno que padecen las personas que ejercen poder; es una característica de la personalidad que los hace excesivamente autoconfiados y mesiánicos.

Las personas que padecen este trastorno se sienten capaces de realizar grandes tareas, creen saberlo todo y que de ellos se esperan grandes cosas, por lo que actúan yendo un poco más allá de la moral ordinaria. Imaginan que lo que piensan es correcto y lo que opinan los demás no, creen que todos los que lo critican son enemigos y remarco que, estas actitudes pueden llevar a quien las padece a tomar decisiones erróneas porque la persona pierde la perspectiva de la realidad total y ve solo lo que quiere ver.

No es una enfermedad como tal, sino que se trata de una característica de personalidad y del momento en que una persona está en cierta situación social; es decir, hay personas que en el juego social pueden adquirir o tener mucho poder, y esto los hace adictos a él.

Desde el punto de vista neurocientífico no hay evidencia de que pueda existir un cambio fisiológico en dichas personas; sin embargo, la psicología y la psiquiatría lo abordan de manera conductual y aunque este síndrome no está dentro del manual psiquiátrico, eso no quiere decir que no pueda haber una patología que reúna determinadas particularidades.

La palabra Hubris proviene del griego hybris y refiere a la descripción de un acto en el cual un personaje poderoso se comporta con soberbia y arrogancia, con una exagerada autoconfianza que lo lleva a despreciar a las otras personas y a actuar en contra del sentido común.

El síndrome de Hubris suele mezclarse, en muchas ocasiones, con trastornos de la personalidad como el psicópata, el histriónico, el narcisista, con trastornos psicóticos como la esquizofrenia y el trastorno bipolar.

Entre los síntomas que puede producir el mal de Hubris destacan: Un enfoque personal exagerado al comentar asuntos corrientes. Confianza exagerada en sí mismo, imprudencia e impulsividad. Sentimiento de superioridad sobre los demás. El rival debe ser vencido a cualquier precio. La pérdida del mando o de la popularidad termina en la desolación, la rabia y el rencor.

Entre las causas reconocidas encontramos inmadurez psicológica, formación educativa y cultural pobre, personalidad subjetiva, carácter emocional particularmente frío, seguramente ávido de afectividad y de aprobación, desarrollo humano frágil y en difíciles circunstancias.

El poder no está en manos siempre del más capaz, pero quien lo ostenta así lo cree y termina comportándose de manera narcisista y prepotente. Sin embargo, acumular demasiado poder en sí mismo basado en su autoconfianza es precipitador de su propia caída porque desatiende los peligros, las trampas y las mentiras generadas por su propia política.

El tratamiento es hacer un baño de realidad. La forma de mejorar es tratar de no creérsela y mirar la perspectiva global. Evidentemente, estas personas necesitan una cura de humildad. Para que la persona pueda “curarse”, simplemente basta con que pierda su poder.

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