Escena contaminada, pruebas disparatadas y una violación ignorada: por qué el femicidio de Nora Dalmasso quedó impune

Del sándwich de lomito que comieron en la habitación donde la asesinaron a los inocentes acusados, de los rumores maliciosos sobre la vida sexual de la víctima a una autopsia incompleta

Los escándalos de un crimen que conmovió a la sociedad y por qué Dalmasso fue asesinada varias veces.

Por: Rodolfo Palacios

En enero de 2006, diez meses antes de ser asesinada, Nora Dalmasso, su esposo Marcelo Macarrón y sus dos hijos Facundo y Valentina pasaron unos días de vacaciones en un complejo de cabañas de Villa La Angostura. Lo hicieron con una familia amiga que vivía en el country El Carmel de Pilar y eran vecinos de María Marta García Belsunce y Carlos Carrascosa. Según contó Facundo a Infobae, les dijeron que el viudo no tenía nada que ver con el crimen y era una gran persona. Y que la acusación era un invento de algunos medios y del fiscal. Nora escuchaba estupefacta, hasta que dijo:

-Fijate vos de lo que son capaces los medios y la Justicia: tergiversar tanto la realidad.

Luego hablaron de que era probable que el asesino estuviera suelto y de que el crimen quedara impune.

Las palabras de Nora fueron una especie de presagio funesto. Su femicidio, ocurrido el 26 de noviembre de 2006 en el country Villa Golf de Río Cuarto, tiene algunos puntos en común con el caso García Belsunce: un viudo absuelto, pruebas contaminadas, fallas en la investigación, un gran despliegue mediático y un caso impune.

El martes, al no acusar a Marcelo Macarrón, por el delito de “homicidio calificado por el vínculo, por alevosía y por precio o promesa remuneratoria en concurso ideal”. Además de la absolución del viudo de Nora, ocurría un hecho trascendente: el crimen quedaba sin resolverse y prescripto, aunque el Tribunal Oral de Río Cuarto pidió que la investigación se reabra.

Una escena del crimen contaminada, cuatro imputados sin pruebas, rumores maliciosos echados a correr por los mismos investigadores, las dudas sobre si fue violación o sexo consentido violento, tres fiscales cuestionados, un jefe policial apartado, hipótesis crontradictorias y falta no sólo de pruebas, sino de indicios, marcaron un desenlace que parecía anunciado: a poco más de 15 años del asesinato, todo está como el primer día.

Una escena del crimen contaminada

El caso Dalmasso rompió de raíz un viejo axioma según el cual la escena del crimen es un sitio sagrado que contiene el último instante que un asesino y su víctima sellan para siempre. Lo que Edmon Locard llamó la ley del intercambio: a la víctima le queda algo impreso e imperceptible del asesino. Y el asesino se lleva la marca de la víctima. Pero en la habitación de Nora, de 51 años, estrangulada el 26 de noviembre de 2006 en su casa del country Villa Golf d Río Cuarto, Córdoba, la escena del crimen se convirtió en una especie de museo del horror: por ese lugar desfilaron 23 personas, desde la empleada doméstica hasta el cura de la familia, que tapó el cuerpo de la mujer por una cuestión de pudor. Nora fue hallada desnuda. Antes que todos ellos, por ese lugar desfiló el asesino.

El sándwich de lomito

También quedó en evidencia que algunos policías guardaron todas las evidencias en una bolsa. Eso terminó por contaminar la escena del crimen.

Se tuvieron que hacer exámenes de ADN a todas las personas que pasaron por la habitación donde mataron a la víctima. En ese sentido, uno de los apuntados es el policía Sergio Liendo, quien nunca había estado en una escena del crimen, guardó mal las pruebas y hasta comió un sándwich de lomito en una mesa, por lo que él mismo podría haber borrado huellas. La responsabilidad de conservar la escena del crimen siempre es del fiscal, en este caso Javier Di Santo.

Inocentes acusados

El primer fiscal del caso, y el más cuestionado, Javier Di Santo, se apartó de la causa sin ningún resultado. Sin ninguna prueba (ni siquiera ubicó a sus acusados cerca de la escena del crimen), y mantuvo dos imputaciones incompatibles por “sospecha leve”. Acusó a Facundo Macarrón y al albañil Gastón Zárate. Lo insólito es que al hijo de Nora le atribuyó un móvil pasional: dedujo que había entrado en la casa con sus llaves (después de manejar bajo la lluvia 230 kilómetros desde Córdoba, donde vivía porque estudiaba Derecho) y que había manoseado a su madre. Al llamado “perejil” del caso, lo acomodó a otra hipótesis: lo consideró un hombre obsesionado con su patrona. El móvil era el robo y señaló que creía que había entrado por la ventana con “andar felino”.

A diferencia de Facundo, el fiscal interpretó que el obrero había violado a la víctima con acceso carnal. Lo insólito es que el crimen no pudo haber sido cometido por los dos. Era uno o el otro. Los dos fueron absueltos. Zárate, el único que pasó unas horas detenido, después de una marcha a su favor. Facundo fue imputado el 4 de junio de 2007 y absuelto el 4 de octubre de 2012. Pasó más de cinco años involucrado sin tener nada que ver. En rigor, fueron tres los inocentes que fueron imputados. El tercero fue Rafael Magnasco, con vínculos políticos, que fue señalado como amante de Nora. No sólo no era el asesino. Tampoco era el amante.

El avión exprés “fantasma”

El penúltimo fiscal de la etapa de instrucción, Daniel Miralles, había ido más lejos. Por un cabello y por restos de semen, que se correspondían con el ADN de Macarrón, ideó su propia hipótesis: que el viudo se tomó un avión “fantasma” en Punta del Este que no dejó registros, entró en su casa, tuvo sexo con su esposa, la ahorcó con el lazo de la bata y con sus manos. Y volvió a abandonar Río Cuarto en el mismo avión. Esa pista se investigó y cayó sin atenuantes. “¿Además en qué cabeza cabe que voy armar un torneo de golf en Uruguay como coartada para matar o mandar a asesinar a mi esposa?”, dijo por entonces Macarrón a Infobae.

El sicario invisible

El sucesor de Miralles, Luis Pizarro, cambió la mecánica de los posibles hechos. Descartó a Macarrón como presunto autor material del crimen y lo instaló como autor intelectual. Que había contratado a un sicario. Pero nunca pudieron establecer ninguna información del presunto sicario. Ni cómo llegó a Río Cuarto, ni cómo se fue, y por qué no actuó como actúa un sicario: con armas de fuego.

Para los pesquisas, el sicario simuló la escena del crimen para que pareciera un femicidio. En un momento, una fuente judicial se refirió a una denuncia anónima que hablaba de la presencia de un “extraño hombre colombiano que fue visto en un bar la noche del crimen”. Pero ese dato resultó falso, por no decir disparatado. Macarrón se indignó con esa versión e ironizó: “Un sicario colombiano que seguro trabajó con Pablo Escobar Gaviria y que no mata con balas, sino con sus manos. Todo esto es una mala ficción”.

Móviles

En estos 15 años, los móviles cambiaron según cual fuera el acusado. Para el caso de Zárate, se habló de una violación, asesinato y robo. De Facundo se sospechó que habría matado a su madre porque ella no aceptaba su condición sexual, lo que además no era así. De Macarrón se hablaron de dos móviles. El primero: que la había mandado a matar por motivos económicos. No se probó nada y ni siquiera hubo indicios pese a que se investigaron sus movimientos bancarios. El segundo: el último fiscal de instrucción en la causa, Luis Pizarro, habló de “desavenencias matrimoniales”.

Hubo testigos, como Miguel Rohrer, el ex amigo de la familia sospechado por los Macarrón de haberla matado, que dijeron que el matrimonio se llevaba mal. Otros, en cambio, hablaron de una gran relación. Facundo Macarrón analizó: “Se habló de problemas matrimoniales. Es una abstracción amplia para que cualquier cuestión que hubiera surgido en el juicio pueda ser interpretada como desaveniencia matrimonial. Porque va uno y dice ‘si, claro yo un día escuché que discutieron’ y ya está, encaja perfecto. De hecho mi papá declaró: ‘Obvio que teníamos discusiones con mi mujer, pero ¿quién no las tiene?’. Es parte de la construcción de la vida en pareja. Sería poco sano que no hubiesen discusiones. Lo más increíble de todo es cómo esto recayó sobre una familia en la que nunca hubo violencia de género o un intento de divorcio. Hay familias que tienen cosas realmente graves y jamás se llegó a un crimen”.

Críticas a la autopsia

“Hubo errores de principiantes”, llegó a decir Osvaldo Raffo, el experto forense que fue contratado por Marcelo Macarrón (cuando el acusado era su hijo) para que analizara el expediente. Raffo, uno de los peritos más prestigiosos de los últimos 30 años, dictaminó que la autopsia fue incompleta (no se hizo la necropsia, clave para saber si la víctima había recibido golpes en la cabeza) y no se cuidó la escena del crimen y se la expuso a una contaminación. De hecho el cuerpo fue exhumado. Para Raffo y el criminalista Raúl Torre, que también participó del informe, “la víctima presentaba en la cabeza un impacto que podemos calificar de severo. Presumo, porque no se efectuó autopsia del cráneo, que el golpe disminuyó o anuló la capacidad de resistencia de la víctima. Se trata de un signo clásico en medicina forense: la víctima es desvanecida a golpes y luego estrangulada”.

Una primera versión irresponsable

La primera versión que dieron los investigadores del caso es que podría haberse tratado de un juego sexual sadomasoquista. Que Nora disfrutó de esa noche con su amante hasta que fue ahorcada, en una práctica llamada hipoxifilia, que busca la falta de la oxigenación para generar una mayor excitación. Es decir, lo primero que dijeron los pesquisas, a cargo del fiscal Javier Di Santo, es que a Nora no la habían matado sino que probablemente había muerto de forma accidental. Luego eso fue desmentido. Sin importar que el daño estaba hecho y esa información falsa e irresponsable causó que a la víctima le inventaran un batallón de amantes (se llegó a decir ocho) y se dijera que ella y su marido Marcelo Macarrón jugaban con sus matrimonios amigos al juego de la olla. Mezclaban las llaves de sus autos y cambiaban de pareja. Otra mentira. Por esos días salieron a la venta remeras con la leyenda “Yo no estuve con Norita”.

La información no fue inventada por el periodismo. Salió de fuentes judiciales. De hecho, alcanza una anécdota para demostrarlo: cuando Marcelo Macarrón se encontró con uno de los peritos que intervenía en el caso durante el velorio de su mujer, Nora Dalmasso, el hombre lo miró fijo y le dijo que tenía que comentarle algo. Fueron a un lugar apartado y el supuesto profesional le dijo: “Tu mujer, fiesta total”. El viudo lloró sin consuelo. Pero lo que le dijo ese hombre era falso. Los propios encargados de la investigación del femicidio se ocuparon de crear una mujer que, en la noche en que fue asesinada, gozó teniendo sexo. Y lo que ocurrió es todo lo contrario: Nora fue golpeada, violada y estrangulada. No tuvo un momento de placer en sus últimos minutos. Sólo la certeza de que iba a morir porque llegó a luchar contra el, hasta ahora, misterioso e inhallable asesino.

La falsa hipótesis del sexo consentido

Otro aspecto para cuestionar es que 15 años y medio después del asesinato, el fiscal Rivero y algunos peritos consideran que Nora tuvo sexo consentido violento.

Lo llamativo es que a más de 15 años del femicidio, dos forenses declararon hace una semana que Nora tuvo sexo consentido violento antes de ser asesinada. Entre ellos Mario Vignolo y Mario Subirachs, peritos del Cuerpo Médico Forense de Río Cuarto, quienes hicieron la autopsia, sostienen que no hay pruebas para decir que no hubo una violación. “El homicidio no estuvo preparado. Quizá ocurrió por algún conflicto que surgió durante la relación”, declararon en el juicio Vignolo y Subirachs. Vignolo llegó a referirse a “la evidencia de un estímulo previo con pasión antes del acto sexual. No había evidencia científica para afirmar que se haya tratado de una violación. Luego del acto sexual inmediatamente vino la muerte. El motivo del crimen pudo haber sido cualquier situación, como celos, enojo, discusión o furia”.

Ataque sexual

Esos testimonios contradijeron a lo que declaró el prestigioso médico forense Ricardo Cacciaguerra, que trabajaba en Córdoba, para quien de acuerdo al análisis del protocolo de la autopsia, “la víctima fue atacada por un depredador sexual que la sometió en estado de inconsciencia”.

Para Cacciaguerra, el acto sexual no fue bajo consentimiento. “En la escena del crimen se encontraron en el suelo los anteojos de Nora y un libro que aparentemente estaba leyendo antes de dormirse, como así también en el baño se encontraron algodones y elementos de higiene que confirmaban que se había quitado el maquillaje antes de irse a descansar. Si alguien espera a su pareja o a algún eventual amante, no se quitaría el maquillaje ni estaría por descansar”, afirmó el médico forense. Además analizó que “un depredador sexual mata a su víctima porque la conoce”.

Un informe contundente

Cuando fueron convocados por el abogado Marcelo Brito, por entonces defensor de Facundo Macarrón -imputado injustamente- para que analizaran la autopsia, el forense Osvaldo Raffo y el criminólogo Raúl Torre, ambos con experiencia y prestigio en casos resonantes y complejos, no dudaron: dictaminaron que Nora Dalmasso fue golpeada y violada por el asesino. Para Raffo y Torre, cuyo informe se incorporó en el expediente y se leyó en el juicio, la dinámica del hecho admite dos hipótesis principales:

1. Nora Dalmasso fue atacada hallándose de pie en la habitación donde fue encontrado su cuerpo sin vida, o fuera de aquélla, arrojada al suelo, violada, estrangulada, y trasladada después a la cama. La tarea no era difícil. Según el protocolo de autopsia su talla era de 1,56 m. y pesaba 50 kg.

2. Nora Dalmasso fue sorprendida en la cama. Allí resistió la agresión sexual, el estrangulamiento y allí murió, arrinconada entre la cama y la pared.

Los hechos se sucedieron, aparentemente, en el siguiente orden cronológico: resistencia de la víctima, golpes en el cráneo, ataque sexual (violación), estrangulamiento palmar, ligadura del cuello y asfixia y muerte.

Para Raffo y Torre, la autopsia determinó: ”Fue violada. Se comprobaron lesiones extragenitales, paragenitales, genitales y anales. Acceso carnal violento. La autopsia es categórica respecto a que hubo abuso, pero se debió haber efectuado la exéresis de ano y vagina para estudio histológico. El detallado examen microscópico podría haber ilustrado con mayor claridad a este respecto”.

Sin embargo, el fiscal Rivero, que ahora habla de un femicidio, defendió en su momento la hipótesis de sexo violento. Quedó en claro con este diálogo con Cacciaguerra durante su declaración:

— Las mordidas en la zona mamaria refiere claramente, en su informe, que son signos de dominio del agresor – dijo Rivero.

— Sí – respondió Cacciaguerra.

—¿Pueden tener, doctor, otra connotación, concretamente sexual, erotizante, de una exaltación sexual, casi sádica si se me permite la expresión?

— No. Es un caso de sometimiento sexual. Ella estaba inconsciente por el golpe o el estrangulamiento. Pero llegó a luchar contra el depredador sexual.

Una investigación huérfana

En su alegato, el abogado de Macarrón, Marcelo Brito, dijo que el Ministerio Público Fiscal cometió “hechos irregulares, tremendamente aberrantes” en este caso.

“Después de tanto camino, de tres meses de audiencia, la orfandad probatoria grita. No hay absolutamente ninguna prueba ni absolutamente nada que tenga que ver con el hecho atribuido a mi defendido. Existe la certeza negativa de que Macarrón no cometió el hecho cometido en la pieza acusatoria. La suma de la ignorancia y la negligencia son el sustento de todos los fracasos investigativos. Pisotearon la escena del crimen. Di Santo dejó en manos de inexpertos la investigación”.

El acusador que no acusa

La de Macarrón fue la quinta imputación fallida de un caso que sigue impune. El fiscal de juicio, Julio Rivero, en las primeras audiencias, según confió, pensaba que Macarrón podría haber hecho un pacto criminal para que mataran a su esposa. Pero en su alegato, consideró que no había pruebas para acusarlo. Y que no se trató de un crimen ejecutado por un sicario, sino de un femicidio no planificado. Sin embargo, lo que llama la atención es por qué ahora piensa de esa manera tan contundente cuando en el juicio lo que se hizo fue ventilar lo que estaba en el expediente. ¿No hubiese sido más razonable y justo reconocer que no había pruebas y no iniciar un juicio que duró 39 largas jornadas? ¿Qué cambió para que ahora Rivero considere dañinos a sus antecesores?

“Si hubiera tomado cartas en el asunto desde el inicio la Policía Judicial, el autor y los partícipes hace rato que estarían purgando su condena”, opinó el fiscal en referencia a los policías que contribuyeron a contaminar la escena del crimen. Además apuntó contra el bioquímico Daniel Zabala, por las fallas en el procedimiento de recolección de pruebas para el ADN, en un caso que llegó hasta el FBI, que confirmó que todo estaba contaminado.

Rivero pidió que Nora Dalmasso sea declarada víctima de violencia de género en los términos de la Convención Belem do Para (Cedaw).

También criticó con dureza la imputación contra su hijo Facundo Macarrón. “Descaradamente se lo atacó y sufrió un calvario por ser gay”, dijo el fiscal y reprochó que se llegó a hablar de relaciones incestuosas de Valentina Macarrón con su padre, por una carta que ella le envió en su cumpleaños. “Así tratamos a estas criaturas durante 15 años”.

Una frase que tenía remarcada en sus apuntes, refleja lo que se ha hecho estos largos años de impunidad: “A la Nora la matamos todos los 25 de noviembre, porque ese día es el de la eliminación de la violencia contra la mujer”.

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