El casamiento de Eduardo Costantini (70) y Elina Fernández Fantacci (29) fue uno de los eventos más comentados de la semana en el ambiente de la farándula. El empresario y la modelo, 41 años más joven que su flamante marido, dieron el «sí» en una ceremonia íntima para 50 invitados en el hotel Alvear.
Horas después de la boda se filtraron unos escandalosos audios de WhatsApp con la voz de Anamá Ferreira en los que daba cuenta de la estrategia que había elaborado Elina para lograr que Costantini se fijara en ella y le propusiera matrimonio. Una situación que al hacerse pública provocó que la ex modelo brasileña tuviera que salir a pedir disculpas en las redes sociales por sus comentarios.
En ese contexto, en Confrontados (El Nueve, a las 15) se lanzó la versión de un supuesto «amarre» o «gualicho» que la ahora esposa del millonario habría hecho para conquistar a Costantini.
Rodrigo Lussich y Carla Conte, conductores del ciclo, dieron cuenta de la información pero fue Mimi Alvarado quien sacó a relucir sus más profundos conocimientos en este tipo de rituales o prácticas que exceden al razonamiento científico.
«Se enamoran del poder y de la plata», disparó primero la dominicana, que se hizo conocida por ser la novia de Luciano el Tirri Giugno, el primo músico de Marcelo Tinelli.
«Lo que se dice es que la chica esta hizo una macumba llamada ‘agua de tanga'», advirtió Mimi, ante la incredulidad y las risas de sus compañeros en el estudio.
«Lo voy a explicar de la manera más gráfica posible. Lavan el pampis, como le dicen en mi país a la tanga, se lo exprimen en el vaso, le echan un poco de agua y el señor grande se lo bebe…», detalló Marielita, con su famosa tonada caribeña.
«A ver, tome nota señora, agarre una tanga usada, haga un licuado y que lo beba el señor… ¿De dónde sacaste eso, negra?», le recriminó Lussich a la panelista, entre risas.
«¿Vos te pensás que una mujer súper joven, bella e interesante como ella necesita todo eso para enamorar a un hombre?», preguntó la periodista Paula Varela. «No, es una locura…», cerró el diseñador César Juricich, trayendo un poco de cordura a la situación.
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