El Gobierno apuesta al asistencialismo para ganar las elecciones

La falta de vacunas obligó a volver a Fase 1, pese a las desmentidas previas

El remedio elegido es volcar más dinero entre los sectores más vulnerables y consolidar el “núcleo duro” del kirchnerismo.


Por Pablo Wende

La Argentina se salva con una buena cosecha. La vieja frase que describía la dependencia del país de su sector primario hoy ya no tiene actualidad. Pero los altos precios de la soja y también del maíz, le permitirán al Gobierno al menos ganar tiempo. Pero rescatar a la economía de la decadencia, el aumento de la pobreza, la falta de inversiones y una elevada desconfianza ya no es posible ni siquiera con una cosecha récord. Los problemas se volvieron demasiado profundos y reiterados como para confiar en soluciones mágicas.

Ganar tiempo no es algo menor, considerando la falta de un rumbo de política económica o un acuerdo con el FMI y el lento avance en la vacunación contra el Covid-19. En medio de un clima negativo para la Argentina, al menos el Banco Central está comprando dólares diariamente y recompone de a poco su nivel de reservas, especialmente las líquidas. Esto es posible por el fuerte ingreso de divisas por las exportaciones del complejo sojero, pero también por el estricto cepo cambiario, que sólo permite a un grupo selecto acceder al mercado oficial.

El dólar

La compra de dólares y el aumento gradual de reservas le permite al Gobierno sostener por más tiempo la política de deslizar muy gradualmente el dólar oficial, que además procura ser una herramienta anti inflacionaria. Al mismo tiempo el Central tiene margen para vender divisas en el mercado financiero y evitar que aumente exageradamente la brecha cambiaria. Al menos se está cumpliendo el objetivo primordial que se había impuesto el equipo económico para el 2021: evitar una crisis cambiaria como la sufrida el año anterior.

Mantener tranquilo el frente cambiario es una condición necesaria pero no suficiente para dejar atrás la crisis. El resto de los indicadores no acompañan, lo que aumenta las tensiones dentro del oficialismo a medida que se acercan las elecciones. A Martín Guzmán le reclaman resultados rápidos, sobre todo en materia inflacionaria. Bajar la inflación es la única manera para que los salarios empiecen a recuperar terreno y eso a su vez impulse el consumo interno. Y si bien en mayo se verificaría la segunda baja consecutiva del índice, se trata de una disminución demasiado lenta. Que el índice de mayo arroje menos de 4% no luce como un objetivo cumplido ni mucho menos.

Los últimos datos de actividad económica empiezan a mostrar lo que casi todo el mundo sospechaba: que el repunte de los últimos meses del 2020, tras el cierre total de la actividad por la cuarentena, tendría poco recorrido. La mejora hasta fin de 2020 se mantuvo en enero de este año, pero los niveles de febrero y marzo ya mostraron un estancamiento. Las nuevas restricciones a la circulación y a distintas actividades le asestarán un nuevo golpe al nivel de actividad. El lento nivel de vacunación impedirá, por otra parte, que se aceleren los tiempos para salir del confinamiento. Por lo tanto, los próximos meses no habrá repunte de la actividad, que recién podría empezar a salir del letargo en algún momento del tercer trimestre.

Falta de vacunación y estancamiento económico son claves para entender la lógica de postergar las PASO (hasta septiembre) y las elecciones legislativas (a noviembre) que decidió el Gobierno. El “sueño” en Casa Rosada es llegar a noviembre con un importante avance en los niveles de inmunización y con una economía que podría repuntar más si la actividad está plenamente abierta y la inflación desciende aunque sea gradualmente.

Pero el deterioro económico y el nuevo confinamiento requiere de medidas urgentes y en esa dirección apuntan las últimas medidas anunciadas por la Casa Rosada, aunque todas lucen insuficientes. Por ahora se extendió la Tarjeta Alimentar, que pasará de 1,5 a 2,5 millones de familias, se repartió un bono de $ 15.000 a beneficiaros de la AUH y también se extendieron las becas del Plan Progresar.

Se trata de medidas de neto corte asistencialista y todo hace sospechar que habrá nuevas “tandas” de ayuda a medida que se acerquen las elecciones. Ni siquiera está muy claro que quienes recibirán estos beneficios sean los sectores que se ven específicamente afectados por los nuevos cierres. Pero lo que sí parece bastante obvio es que el Gobierno apunta a consolidar su base de votantes, a través del refuerzo de nuevos y millonarios planes.

En medio de los nuevos confinamientos, la apuesta pasa por un mayor volumen de fondos para planes asistenciales más que para ayudar a los sectores más desprotegidos por las restricciones. La decisión es consolidar el apoyo del “núcleo duro” de votantes kirchneristas
Las medidas también incluyen un bono para trabajadores de la salud y un fortalecimiento del Repro II, el plan diseñado para pagar sueldos por hasta $ 22.000 a empresas en situación crítica. Pero son cientos las empresas que aseguran no haber recibido ayuda alguna oficial. Y en los casos que sí llega se trata de un paliativo insuficiente en medio de una enorme crisis económica y social. Los cierres de locales gastronómicos, gimnasios, hoteles, agencias de turismo y locales comerciales dejan en claro que se trata de beneficios que de ninguna manera suavizan la crisis que atraviesan en estos y otros sectores.

Detrás de la tenue mejora de los bonos argentinos parece sobrevolar la idea de que el Gobierno no tendrá un buen resultado electoral, ya que no hay demasiados datos macroeconómicos que justifiquen el optimismo. Se trata, sin embargo, de un supuesto y de una apuesta sumamente riesgosa
La política asistencial tendrá efectos sobre las cuentas fiscales. El déficit primario sería finalmente superior al 4,5% que figuran en el Presupuesto 2021 y el total se acercaría a 6% del PBI. Imposible combatir la inflación con eficacia con semejante agujero de las cuentas públicas. Las opciones disponibles para hacer frente a este bache fiscal son las de siempre: más endeudamiento, más emisión o más impuestos. O mejor dicho una mezlca de las tres.

De vuelta al pasado

Con el cierre a las exportaciones de carne, el gobierno desempolvó las peores medidas del pasado. Lázaro De Luca /Archivo
En el medio de las nuevas restricciones a la actividad y del estancamiento, el Gobierno decidió suspender por un mes las exportaciones de carne. Alberto Fernández desempolvó las peores prácticas de Guillermo Moreno, que provocaron la pérdida de diez millones de cabezas de ganado y mejor oferta en el mercado local. La búsqueda de una caída del precio es demasiado cortoplacista. La otra explicación razonable es armar una nueva confrontación con el agro, desempolvando la tradicional lógica kirchnerista de “amigo-enemigo”.

En medio de un clima de incertidumbre, los bonos mostraron cierta consolidación de precios y hasta un banco internacional como el Citi recomendó a sus clientes “acumular” deuda argentina. Claro que enseguida sus estrategas aclararon cuál es su verdadera apuesta: “Si bien no esperamos una mejora de la economía para los próximos meses, sospechamos que el Gobierno podría sufrir un nuevo revés electoral”.

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