Superman II: un film cargado de polémicas y un rodaje muy complicado

Tras el exitoso estreno de Batman vs Superman, se pusieron rápidamente en marcha los engranajes para realizar su continuación, La liga de la justicia

El rodaje, sin embargo, debió interrumpirse por el suicidio de la hija del director Zack Snyder, quien abandonó inmediatamente el proyecto para concentrase en su familia.

En su reemplazo ingresó Joss Whedon, en lo que parecía el pase cinematográfico del año: el guionista y director de las dos primeras Avengers, hasta ese momento los títulos más exitosos de Marvel, se iba a la competencia a terminar el equivalente de DC de aquellos films. Whedon reescribió parte del guion, refilmó escenas y completó lo que faltaba, introduciendo mayor humor y ligereza al tono épico y oscuro que suele privilegiar Snyder.

El cambio, sin embargo, no dio frutos. Esta apuesta segura de la compañía DC, que juntaba a todos sus personajes más populares, se las arregló para resultar una decepción en la boletería y, algo más previsible, un bochorno ante la crítica. En los años que siguieron, creció el rumor, eventualmente confirmado por varios de los actores que participaron del rodaje, de que la versión que estaba filmando Snyder era mucho más lograda. Así se generó un interés y una demanda de los fans por este film inconcluso que llevó a que se desembolsaran 70 millones de dólares para que el director original terminara de realizar su visión. El resultado es una película de 4 horas que se estrenará a mediados del año que viene en la plataforma de streaming HBO Max. Habrá que ver si fue dinero bien gastado (Batman vs Superman, que sí fue concluida por Snyder de acuerdo a su proyecto, no es recordada precisamente como el Citizen Kane de las películas de superhéroes), pero lo cierto es que La liga de la justicia recibió una rara segunda oportunidad.

Extrañamente, décadas atrás, otra segunda parte que también involucraba al principal personaje de la compañía DC tuvo un derrotero casi idéntico: Superman II perdió a su director original, Richard Donner, y fue concluida por Richard Lester, quien abandonó el tono humorístico pero épico del primero para convertir al film sencillamente en una comedia camp, una aproximación que fue muy criticada. Años después, también empezó a extenderse el rumor de que la versión de Donner habría sido abiertamente superior. Contra cualquier pronóstico, un cuarto de siglo más tarde del estreno de Superman II, Donner fue convocado para supervisar una reconstrucción de su film que se editó oficialmente en DVD en 2006 y, en efecto, es una obra considerablemente mejor que la que llegó originalmente a las salas. El camino hasta ese final feliz fue largo y plagado de excentricidades.

Un invento mexicano

Superman (1978) fue una producción de los empresarios mexicanos Alexander e Ilya Salkind, quienes venían de tener éxitos con Los tres mosqueteros (1973) y su secuela, Los cuatro mosqueteros (1974), ambas rodadas back to back. Sin bien la idea de rodar dos películas de este modo, es decir, simultáneamente o inmediatamente seguidas para aprovechar al máximo los recursos de la producción, es tan vieja como el sistema de estudios, los Salkind introdujeron una sutil pero provechosa variante: filmar un guion muy largo y pagar a todos los involucrados por una película, nada raro hasta aquí, pero luego dividirla en primera y segunda parte para el momento del estreno y así obtener dos films por el precio de uno. Las quejas de los actores forzaron a su sindicato a crear una nueva normativa, llamada justamente la «cláusula Salkind», para impedir que esta práctica continuara. Los empresarios también filmaron Superman y su secuela, Superman II, back to back, pero ya no pudieron repetir el truco y pagar como si se tratara de un único film.

A pesar de sus dudosos manejos comerciales, los Salkind querían que las Superman fueran películas de calidad y, por ello, intentaron conseguir a la mayor parte del talento involucrado en la creación de la saga de El padrino, que en ese momento venía de confirmarse como uno de los mayores éxitos de público y de crítica de los años 70. En parte, lo lograron: ficharon al novelista Mario Puzo, autor de la novela y del guion de la película de Francis Ford Coppola, para que escribiera el film (aunque finalmente su trabajo no convenció y se usó una reescritura a cargo de Robert Benton, David Newman y Tom Mankiewicz) y a Marlon Brando para que interpretara al padre de Superman, Jor El, por el salario más alto pagado alguna vez a un actor.

Brando cobró 3.700.000 de dólares y un exorbitante 11.75% de la ganancia del film, en total 19 millones de dólares, por menos de 10 minutos de presencia en pantalla, es decir, casi 2 millones por minuto. A pesar de este arreglo descomunal y para horror del director Richard Donner, Brando insistía que el personaje del padre de Superman debía ser un bagel (sí, ¡el típico pan circular de la comida judía!) al que el actor solo le pondría la voz. «¿Cómo podemos saber qué aspecto tiene la gente de Krypton?», era el impecable razonamiento de Brando, que también propuso que Jor El fuera una valija verde. Estas ideas insólitas, en verdad, se debían a que el actor no tenía ningún interés en la película y quería recibir su botín por el menor trabajo posible, por eso intentaba convencer al director de que su personaje debía ser un objeto al que luego podría ponerle voz en unas pocas horas de doblaje. Donner no se dejó amedrentar y logró que Brando apareciera en el film, aunque apenas por unas pocas escenas. Marlon jamás se tomó el trabajo de memorizar su parte y leía sus líneas de cartulinas ubicadas detrás de cámara. Al terminar el rodaje, el actor igualmente les inició un juicio a los productores porque consideró que su compensación no era adecuada. Por este juicio, se debió cortar su participación de Superman II.

A veces, la gran ambición de los Salkind nublaba un poco su criterio. En su afán de conseguir una primera figura para interpretar al Hombre de Acero llegaron a probar a Muhammad Alí, quien, de conseguir el papel, habría anticipado la obsesión actual por la inclusión al convertirse en el primer Superman negro y, más insólito aún, también probaron para el rol a Dustin Hoffman, quien mide 1,67. Una docena de estrellas, que incluyó a James Caan, Robert Redford, Burt Reynolds, Clint Eastwood y Steve McQueen, rechazó la oferta de protagonizar el film. Finalmente, tras un casting de más de 200 aspirantes, se decidieron por el desconocido Christopher Reeve. Gene Hackman aceptó interpretar a Lex Luthor ante la perspectiva de actuar con Marlon Brando, aunque, dada la mínima presencia del actor de El padrino en el set, no compartió ni un día de rodaje con él.

Un joven Steven Spielberg se mostró interesado en dirigir la historia pero, debido a su escasa experiencia, los Salkind decidieron esperar a ver qué resultado obtenía la «película sobre un pescado» que había hecho el realizador antes de contratarlo. Cuando Tiburón se volvió uno de los más grandes éxitos de la historia del cine, Spielberg ya no estaba disponible. La tarea le fue ofrecida a Coppola, a William Friedkin y a Sam Peckinpah, quien llegó a apuntar a uno de los Salkind con un arma durante una discusión financiera y tras ello, comprensiblemente, no quedó en el proyecto. Luego de ver La profecía, los productores se decidieron por Richard Donner.

Hernán Ferreirós

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