Inflación: cuáles son las gambetas de las empresas para aumentar los precios

Lavandina "máxima pureza", yerba mate "molienda renovada", pan de pancho "amasado con leche", aceite con "alto contenido oleico". La creatividad de los argentinos para eludir los acuerdos de precios no tiene límites

Mientras la Secretaría de Comercio imputa a una decena de compañías líderes por «generar desabastecimiento», la respuesta privada no se hace esperar y en las góndolas se multiplican los lanzamientos de nuevos productos por fuera de los controles y por lo tanto con aumentos de precios que llegan hasta el 25%.

El mecanismo no es nuevo. Sus antecedentes hay que rastrearlos en la época de Guillermo Moreno, cuando los primeros acuerdos de precios «voluntarios» se empezaron a extender en el tiempo y las empresas encontraron en el lanzamiento de una nueva presentación la excusa para burlar los congelamientos e intentar de esta manera, mantener sus niveles de rentabilidad.

Esta estrategia además explica que, a pesar del virtual congelamiento que rige para la mayoría de los artículos de la canasta básica, los alimentos continúen liderando las subas de precios. Según los datos del Indec entre diciembre y enero, el rubro «alimentos y bebidas» acumuló una suba del 9,5% contra el 8,1% de la inflación general y distintas consultoras privadas aseguran que la tendencia alcista siguió muy fuerte en febrero. Según el relevamiento de la consultora Ecolatina, la primera quincena del mes cerró con un incremento del 4,5% frente a la primera quincena de enero, mientras que en el Seido dan cuenta de una inflación mensualizada rondando nuevamente el 4%, empujada básicamente por los alimentos.

«Lo primero que hacen las empresas cuando se extienden por mucho tiempo los controles es empezar a entregar cuotificada la mercadería que tiene el precio congelado. Eso en el mejor de los casos. Y, en el peor, directamente discontinúa el producto y en paralelo lanza uno nuevo. El mejor ejemplo es el del aceite. Los acuerdos se acaban de renovar para congelar los precios, pero es casi imposible encontrar los productos clásicos, que fueron reemplazados por el aceite blend, que es el viejo 100% girasol con un 10% de soja», explicó a LA NACION el director de una cadena de supermercados.

Este tipo de maniobras empezaron a ganar terreno durante los últimos meses de 2020, pero cuando la Secretaría de Comercio anunció en enero último que se iba aextender el plan de Precios Máximos-que en los hechos funciona como un congelamiento para cerca de 20.000 artículos de alimentos, bebidas, limpieza y tocador- se multiplicaron los lanzamientos.

Los lanzamientos de los nuevos productos son acompañados por otras estrategias como las quitas de bonificaciones o descuentos que tradicionalmente aplicaron los proveedores con sus principales compradoresLos lanzamientos de los nuevos productos son acompañados por otras estrategias como las quitas de bonificaciones o descuentos que tradicionalmente aplicaron los proveedores con sus principales compradores Fuente: Archivo
«La primera semana de febrero fue un desfile de las nuevas listas de productos y lanzamientos, aunque en muchos casos recién están llegando a las góndolas ahora porque lo primero que hicieron los supermercados es ir liquidando los stocks que tenían en sus centros de distribución», explicaron en otra cadena.

Lógica de negocios

Más allá de las acusaciones oficiales de «generar desabastecimiento» y la imputación que rige sobre las principales empresas de alimentos -como Unilever, Procter & Gamble, Aceitera General Deheza, Fargo, Molinos Río de la Plata, Danone, La Serenísima, Paladini, Molinos Cañuelas, Potigian y Bunge, entre otras-, está claro que detrás de este tipo de maniobras no se encuentra una visión meramente especulativa, sino una lógica de negocios.

La cuenta que hacen las empresas es que la exigencia de mantener los niveles de producción con los precios prácticamente congelados -en un año la Secretaría de Comercio autorizó subas por un promedio del 11% para la mayoría de los productos- es incompatible con una inflación anual del 36,1% (como fue la de 2020).

«Es una cuenta tan simple cómo que nuestros costos siguen creciendo, en muchos casos por arriba de la inflación, y no hay ninguna posibilidad de sostener los precios congelados. Lo que quiere el Gobierno es la receta perfecta para que todas las empresas de alimentos nos fundamos», explicó el director de una compañía que quedó sujeta a las imputaciones de la Secretaría de Comercio.

Adiós a los descuentos

La política de discontinuar los productos con precio congelado y lanzar una versión nueva con un pequeño cambio en la fórmula es acompañada con otras estrategias, como la quita de las bonificaciones y descuentos que tradicionalmente otorgaban las empresas fabricantes a los diferentes canales comerciales.

«Esta semana, una láctea me acaba de avisar que la bonificación del 12% que me hacía por la compra de pallets enteros y el pago a las 48 horas ya no corre más, lo que en los hechos significa una suba en el precio final al que tengo que vender el producto», explicaron en una distribuidora de alimentos.

Otra de las consecuencias inevitables de los controles de precios es la diferenciación de la oferta comercial de los distintos canales. Las grandes cadenas de supermercados tienen mayores espaldas para plantarse ante los proveedores cuando les quieren presentar una lista de precios con aumentos, lo que lleva a muchas empresas a priorizar las entregas a los comercios más chicos, como los supermercados chinos o los autoservicios de barrio.

«Hoy, las marcas líderes de aceites o mayonesas que cuesta conseguir en un Carrefour o en Coto las encontrás sin problemas en el chino. Claro que el precio no es el de Precios Máximos sino un 20% o 30% más caro», explicaron en el sector.

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