Bitcoin: Guía práctica para iniciarse en el mundo de la criptomoneda de moda

El bitcoin volvió una vez más a ser el centro de atención. La primera moneda digital realizó en apenas un mes una meteórica carrera que la llevó a perforar la barrera de los US$50.000 por unidad

En un gráfico, el trayecto de su cotización al alza se asemeja al de las olas de contagio de la pandemia.

En los últimos cuatro meses, su crecimiento lo catapultó de los US$11.000 a los US$20.000 en 30 días, a US$30.000 en dos semanas y el miércoles alcanzó su cotización histórica más alta. Analistas del banco de inversiones JP Morgan predijeron que podría en el largo plazo rivalizar con el oro y llegar a los US$146.000 si logra afirmarse como un refugio seguro contra la inflación y la devaluación del dólar, y hace unas semanas Thomas Fitzpatrick, director gerente de Citibank, aseguró en un informe que la criptomoneda más popular podría llegar a nada menos que a los US$300.000 en diciembre de 2021.

Pero ¿qué es exactamente el bitcoin? Es un medio digital de intercambio de valor protegido y controlado por criptografía (de ahí que se le llame criptomoneda). Su sistema se vale de una base de datos computarizada que asegura las transacciones, su registro y la emisión de moneda. Actualmente existen muchas criptomonedas además del bitcoin, pero este sigue siendo la opción más popular y mejor cotizada.

No es necesario disponer de grandes sumas de dinero para acceder a este mercado. Si bien la unidad cotiza por encima de los US$50.000, es posible comprar una centésima o milésima parte de un bitcoin.

Las transacciones se registran en una especie de libro contable basado en una tecnología conocida como cadena de bloques (blockchain en inglés). No hay una autoridad central que controle la información, sino que esta base es pública. Los registros son distribuidos por miles de computadoras, llamadas nodos, conectadas a internet que se actualizan con cada transacción. La cadena entera puede ser auditada por quien lo desee.

El bitcoin tiene una emisión finita que está matemática y estadísticamente predefinida. Se «acuñará» un total de 21 millones de unidades. A su vez, la cantidad emitida se reduce a la mitad todos los años. Esto permite predecir cuánta emisión monetaria habrá hasta alcanzarse el total de monedas en el año 2140 y brinda una seguridad superior a la de cualquier moneda regulada y respaldada por un banco central.

Ventajas

Para Rodolfo Andragnes, presidente de la ONG Bitcoin Argentina, este sistema convierte al bitcoin en «el primer modelo de confianza descentralizado» y señala que no depende de un gobierno que podría cambiar las reglas de juego. «Es de código abierto. Su base de datos es transparente. Todos pueden auditarla, revisarla, a diferencia de lo que sucede con los bancos. Y cualquier cambio que uno quiera hacerle a este código abierto debe ser auditado por todo el sistema de usuarios. El bitcoin establece un modelo de consensos. Todos los usuarios y empresas proveedoras deben estar de acuerdo en cualquier cambio que quiera hacérsele al sistema. Si alguien quisiera alterar las reglas de emisión, por ejemplo, el que lo propusiera tendría que convencer a todos los demás de que lo aprobaran. No hay decisiones unilaterales en esto. Por otro lado, todo cambio que quiera llevarse a cabo debe aportar valor al bitcoin. Sus usuarios no realizarían cambios que destruyeran la confianza en él», explica.

«Tiene ciertas características casi únicas donde se luce como activo financiero. Nadie puede impedir una transferencia de dinero utilizando bitcoins, sin importar dónde los participantes se encuentren geográfica o políticamente. Los cepos y bloqueos comerciales son historia», resalta Franco Amati, pionero del bitcoin en la Argentina.

«Tampoco es posible alterar lo que se transfiere. No existe un tipo de cambio diferenciado donde se te transfieren dólares y se te depositan pesos a un cambio irreal que implica una confiscación encubierta. Y, como es digital, uno puede moverse por el mundo disponiendo de sus fondos donde y cuando quiera», sostiene.

«No es un refugio de valor, es un refugio de megavalorización», afirma Carlos Maslatón, analista técnico de mercados financieros con una presencia muy fuerte en las redes sociales. «Hace diez años valía un milésimo de un dólar y hoy vale US$50.000. Es difícil encontrar un producto financiero como este. Pasó varias crisis. Si esto fuera un fraude o una especulación del tipo de los tulipanes holandeses, ya habría desaparecido. Sube, tiene caídas fuertes, sube, vuelve a tener caídas fuertes, pero al final sigue subiendo».

«Tiene varias ventajas en términos de costos. La tecnología de cadena de bloques abarató los costos y aceleró mucho los procesos de envío de remesas y de pagos internacionales. Es un avance en el comercio internacional. Uno tiende a mirar solo una porción de la foto, la del furor de los pequeños ahorristas y la especulación, pero las ventajas reales son mucho mayores», comenta Hanna Schiuma, cofundadora de Belo, una billetera digital de criptomonedas que pronto será lanzada al mercado. «Es un bien que viene siendo atesorado por los grandes fondos de inversión. Grayscale compró 9000 bitcoins el mes pasado, por ejemplo. Grandes compañías le vienen siguiendo el rastro y están pasando parte de su tesorería a bitcoins».

Cómo se obtienen

Existen distintas formas sencillas para que un usuario principiante acceda a bitcoins. Puede comprar y venderlos en cajeros automáticos especiales, desde aplicaciones para celular o mediante plataformas de comercio a través de internet. Un sistema de autenticación basado en mensajes criptografiados y claves protege las transacciones para que solo se efectúen aquellas en las cuales ambas partes puedan acreditar su identidad como usuarios y la existencia de los montos a ser enviados.

Lejos de ser un universo limitado, actualmente varios servicios permiten una experiencia sencilla de compra, venta, custodia y pagos. Las billeteras suelen ser la puerta de entrada más accesible al usuario no experimentado. Son aplicaciones que permiten mandar y recibir bitcoins. Se diferencian en dos tipos: las que ofrecen un servicio de custodia y las que no. El servicio de custodia implica guardar las claves que permiten acceder a los bitcoins.

Todas las billeteras funcionan con un esquema de un mínimo de dos claves, una pública y una privada. La clave pública habilita a que uno reciba bitcoins, mientras que la privada permite que uno mueva los propios. En sí, el uso de las claves autoriza a que las transacciones queden registradas en la cadena de bloques, la prueba irrefutable de que los montos han pasado de mano y pertenecen a un determinado usuario.

«Al darle yo mi clave pública a alguien para que me pague, lo que va a hacer la billetera de la otra persona es mandar a la cadena de bloques un pedido para mover los bitcoins de su cuenta hacia la cuenta que corresponde con mi clave pública. Entonces mi billetera va a detectar la aparición de esa transacción y va a añadirme los montos. Con la clave privada después yo puedo gastarlos. El rol de la billetera es guardar de manera segura esta clave privada, permitirme dar la clave pública a otras personas para que me paguen y, cuando yo quiera hacer un pago, armar un pedido para mover los bitcoins que demuestre que yo soy el dueño y mandarlo a la cadena de bloques», explica Darío Sneidermanis, director ejecutivo de Muun Wallet, una billetera argentina.

Por otro lado, las billeteras que no custodian los fondos brindan el servicio de mandar y recibir bitcoins sin que la empresa que está detrás tenga la posibilidad de moverlos por su cuenta ni congelarlos. «Hasta ahora, esto no existía. En un mundo de dinero físico, que yo guarde tus billetes me permite decidir no devolvértelos. En un principio parecería no haber ningún problema con esto porque es una relación de confianza. Uno confía en que el banco le devolverá a uno los fondos cuando lo solicite. En la Argentina esto no necesariamente ha sido siempre cierto y muchas veces los usuarios creen que es cuestión de tiempo para que vuelva a pasar. Lo nuevo que trae el bitcoin a la mesa es que su sistema permite que una empresa ayude a los usuarios a manejar sus fondos sin tener que darle estos fondos a ella en custodia», indica Sneidermanis.

Las cuevas cripto

Otra forma de acceder a bitcoins es a través de plataformas de comercio conocidas como exchanges, generalmente disponibles mediante la descarga de una aplicación para celulares o desde Internet. Estas plataformas actúan como intermediarias entre vendedores y compradores de criptomonedas. El usuario debe registrarse y atravesar un proceso de verificación antes de poder abrir una cuenta. Una vez que la consiga, podrá enviarle fondos mediante tarjetas de crédito o transferencia bancaria, según la plataforma.

La diferencia principal con una billetera radica en que los exchanges conectan a compradores con vendedores para realizar transacciones. Uno pone una orden de compra o venta de bitcoins por cierto monto y espera a que se ejecute. Requieren de un mayor nivel de conocimiento sobre las cotizaciones. Estas plataformas a menudo incluyen su propia billetera.

Existen también aplicaciones que ofrecen un servicio de compra y venta de criptomonedas análogo al de las casas de cambio tradicionales. Realizan conversiones instantáneas a partir del dinero que uno quiera cambiar y le depositan los fondos al usuario en su billetera de manera sencilla.

Otra forma de comprar bitcoins es mediante efectivo en cajeros automáticos especializados. Tras cargar una serie de datos personales, el usuario podrá ver los montos acreditados en su billetera a los pocos minutos. Los cajeros también resultan prácticos a la hora de extraer dinero a partir de bitcoins.

Seguridad

Si bien son digitales, los bitcoins no están exentos de ser robados. Esto implica que pueden ser sustraídos de una billetera y depositados en una cuenta ajena de diversos modos fraudulentos. Una vez que esto sucede, la acción es irreversible. En este sentido, los bitcoins se asemejan al efectivo. No deben confundirse estas operaciones con un robo a través de la aplicación de un banco, donde un saldo es apenas un asiento contable, las pérdidas se denuncian y los gastos pueden no reconocerse para que a uno se le reintegren los montos con los que contaba previo al problema de seguridad.

«Las aplicaciones que proveen servicios sin custodia, que permiten que el usuario tenga completo control sobre su cuenta y sus fondos, suelen hacerlos más vulnerable a una estafa o un hackeo. Cuando la custodia la realiza el usuario, debe tener copia de seguridad y conocer el nivel de exposición y riesgo. Las empresas que custodian criptomonedas, por otro lado, tienen maneras mucho más modernas de detectar fraudes que las utilizadas por bancos tradicionales», indica un especialista en servicios de custodia de criptomonedas.

Sin embargo, la seguridad detrás del sistema de claves no es tan sencilla de franquear. «Los casos de fraude más grandes tienen que ver con engaños a usuarios. Han existido casos de personas que aprovechan vulnerabilidades o fallas en las plataformas, pero la mayoría de los robos requiere algún tipo de colaboración por parte de los usuarios. Muchas personas ofrecen negocios que son estafas imposibles de realizar sin abusar de la confianza de los usuarios. Hay gente que arma negocios y pide acceso a tu billetera o a los mecanismos de recuperación de sus claves y de esa manera consiguen los bitcoins», señala el experto.

Existen distintos modos de custodiar fondos propios que suelen requerir de mayores conocimientos por parte de los usuarios. Un método popular es a partir de dispositivos de hardware similares a un pendrive que permiten preservar las claves de un ataque cibernético por guardar las claves fuera de Internet y de un equipo pasible de ser atacado.

La historia detrás

Los inicios del bitcoin se remontan al año 2008, cuando se registró el sitio bitcoin.org y se publicó en una lista de correos el enlace a un paper titulado «Bitcoin: un sistema de dinero electrónico de igual a igual», con autoría atribuida a un misterioso Satoshi Nakamoto. Al día de hoy no se conoce la identidad detrás de este nombre y se presume que pueda ser en realidad un grupo de personas. En enero de 2009, Nakamoto lanzó la primera versión del software de bitcoins.

En 2010, el programador Laszlo Hanyecz compró dos pizzas de la franquicia estadounidense Papa John’s por 10.000 bitcoins y realizó la primera transacción comercial conocida en esta moneda. Al día de hoy, esa operación equivaldría a unos US$500 millones.

Amati, quien participó desde sus inicios de la comunidad del bitcoin en la Argentina, cuenta que esta comenzó a formarse en 2011 con grupos de gamers (jugadores de videojuegos) que intercambiaban criptomonedas entre sí o las convertían en saldo de PayPal. «Ya a fines de 2012 el bitcoin comenzó a atraer a personas interesadas en su tecnología y comenzamos a hacer reuniones. A principios de 2013 llegamos a hacer una con 70 personas, que para esa época era muchísimo. Estábamos entre los cinco países con más personas en las reuniones. Juntándonos en bares y organizando charlas más grandes para temas específicos se formó esta comunidad» cuenta Amati.

«A medida que se fue popularizando apareció gente atraída por afinidad ideológica. También llegaron los allegados al mundo financiero. Hoy día en una reunión sobre bitcoins uno puede encontrarse con cualquier tipo de persona. Actualmente hay una ONG, se organizan conferencias. Inclusive se armaron comunidades alrededor de otras criptomonedas», concluye.

Por: Rafael Córdoba Poó

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