Las hinchadas, entre alegrías y tristezas, viven a pleno el Mundial de Qatar

Los fanáticos de 32 naciones reunidos en una esquina de Doha y su mirada de la Argentina
Mundial Qatar 2022
Una Copa del Mundo muy especial: 32 naciones en una misma ciudad, un escenario fantástico y lleno de particularidades

DOHA (Enviado especial).- En una charla casual, se presenta el desafío. ¿Si te parás en una esquina cualquiera, podés cruzarte a hinchas de cada uno de los 32 seleccionados del Mundial? Eso se supone. Están todos en el mismo lugar. Debería ser posible. Difícil, pero no imposible. Deben llevar camiseta, gorra o bandera de su país que los identifiquen. A buscarlos, a intentarlo.

Un Mundial como este no se vivía desde 1930, el primero, justamente. Cuando todos los partidos se desarrollaron en la misma ciudad, Montevideo. Pero en aquel participaron 13 países y el “turismo futbolístico” no existía como concepto. Ahora son 32 naciones. Concentradas en un mismo punto con un país que abrió sus puertas para permitir la llegada de 1,5 millón de invitados. ¿Serán realmente tantos? Aún no hay cifras oficiales. Pero hay muchísimos, sin duda.

Esa noción de Babel se palpa en el subte, en los restaurantes, en los estadios. Porque aparte, es normal ver a un hincha de Camerún en el partido Argentina-México. O a uno de Australia en Alemania-Japón. En esos dos ejemplos, quedan unidos todos los continentes.

Los murmullos llegan en todos los idiomas. Las canciones de cancha reflejan pasiones similares. Los comportamientos, transmiten culturas bien distintas. Hay muchos restaurantes regionales, lo que facilita algunas cosas, pero los pedidos específicos a los mozos se tornan un ritual. “No spicy, please (sin picante)”, es un ruego bastante escuchado.

Los “personajes” empiezan a desfilar por la silla y micrófono de LA NACION en mano responden: “Soy Shuki Kobayashi, de Japón”, dice un jovencito con un muñeco de Pikachu colgado del hombro. No habla una palabra de inglés, pero su compañero de viaje lo traduce. “Por supuesto que Japón ganará el Mundial. Mi jugador favorito es Taichi Kamada”, dice mientras muestra que lleva puesta la camiseta. Y por último aclara: “Lo que más me gusta de la Argentina es la pasión que tienen por el fútbol”.

El español, Alvaro Polo, está acompañado por un amigo chileno. Picante, alienta a los periodistas: “¿Este no les sirve, no?”. De un lado hubo risas; del otro, un insulto trasandino. Pero sirva el ejemplo para mostrar que 32 son los participantes, pero hay muchos más. Italianos, egipcios, kuwaitíes, colombianos, sudafricanos. Los que no se clasificaron también acompañan la fiesta.

Hay una senegalesa, Amy Sarr, que es muy divertida. Está encantada con la idea de su “mini entrevista”. Estudia español y se suelta a hablar un poco en nuestro idioma, pero mezcla su relato con el inglés y luego canta en francés. Cuando se está por ir se acerca a uno de los productores se cubre la boca con la mano para que su padre no la escuche y dice: “Mi próximo esposo será argentino”. Su papá no necesitaba escucharla, parece que ya hablaron de eso y dice que “no” con el dedo, mientras ensaya una sonrisa nerviosa.

Pavel Sviedrienwski, de Polonia, se pinta la cara con los colores de su país antes de grabar y es de los más efusivos para cantar una canción de cancha al final. “¡Sí se puede!”, clama Mario Madrigal, de Costa Rica. Maximiliam Zapf, de Alemania, canta una en la que mezcla algunas palabras en español y termina gritando “¡Deutschland, Deutschland!”.

Sobre quién será el campeón mundial, la mayoría coincide en decir Brasil. Algunos señalan a Francia y muy pocos a la Argentina. Más después de la derrota ante Arabia Saudita. Y están los que sólo piensan en su país, y dicen que su nación será la ganadora. “Llegué creyendo que la Argentina iba a ser campeona del mundo. Pero después del comienzo es difícil. Le ganó a México… podría ir hasta las semifinales”, profundiza el serbio Alex Vesdinovic. “Definitivamente Irán será campeón mundial”, vaticina el iraní Ahmad Barkhordan. Y Fahad Al Jufairi, el local, cree que será un sudamericano: “Argentina o Brasil”.

A la hora del jugador favorito, algunos como cortesía por estar ante argentinos, dicen Lionel Messi. Algunos lo dicen con convencimiento y sin dudar: “¡Lionel Messi, lejos!”, exclama Mamon Assad, de Túnez. Pero otros prefieren quedarse con alguien de su propio país. Amy, de Senegal elige a Ismaila Sarr: “Porque tiene mi apellido”, aclara. Maracin Ugo, de Coracia, se queda con Luka Modric, y Don Thompson, norteamericano, con Christian Pulisic. Kyung Mee Sun, de Corea del Sur, elige al jugador de Tottenaham Son Heung-min y Viola Weland, de Camerún, a Eric Choupo-Moting. Claudio Martínez, de Uruguay se anima a decir que el mejor será Giorgian De Arrascaeta. Francisco Bassó, de México, está entre Neymar y Mbappé.

Jesse Hevor, de Ghana, es una de las primeras sorpresas. Para empezar, elige a un jugador bastante alternativo como el mejor del torneo, y ni siquiera es de su país. Se queda con Cody Gakpo, el neerlandés de PSV Eindhoven, que ya convirtió dos tantos en esta Copa del Mundo. Pero lo más asombroso ocurre cuando se pasa a la siguiente respuesta. ¿Qué es lo que conocés y lo que más te gusta de la Argentina?

“Conozco muchas cosas de la Argentina. A Juan Domingo Perón, a los Kirchner. A la actual vicepresidenta y a su esposo que fue presidente. Ella es una mujer muy popular y muy controversial”, asegura. Está convencido ideológicamente.

Abdulrahman Al-haddad, de Arabia Saudita, lleva una peluca y camiseta de su país. No le interesan mucho las preguntas, contesta todo con: “Les ganamos, su equipo es muy malo y nosotros vencimos. Ustedes perdieron”. Podía pasar… “La gente en tu país es muy chula. Conozco Buenos Aires y voy a volver”, promete Thiago Carvalho, de Portugal.

Jayden Locaputo, de Australia, tiene una historia particular. Su papá es uruguayo y su mamá australiana. Vive en Sidney, no habla español y ama a la Argentina. “Espero que ganen el Mundial, amo su pasión por el fútbol, Maradona, Messi… Es mi país favorito”. La marroquí Assia Oukchen también dice que conoce bastante de la Argentina. Habla de la Mano de Dios, de Maradona… y de “Leonardo Messi”.

Sobre lo que conocen de nuestro país, la mayoría señala a Diego Maradona. Otros hablan del vino, de la carne. El galés Getmin Owen, señala que tienen muchos vínculos con argentinos, por las personas que viven en Gaiman y en Trevelin, en Chubut. “¡Qué ricos churrascos tienen!”, agradece Ahmad Barkhordan, de Irán.

Se les pregunta por la inflación en su país, sólo para tener alguna referencia extra. Algunos no saben, otros lo tienen muy claro. “Hasta octubre estábamos en 11%. Lo más alto en veinte o treinta años. Es demasiado”, explica Jeppe Berner, de Dinamarca, que aclara que lo que más le gusta de la Argentina es el fernet. “Doce por ciento”, dice bastante seguro Calam Bartran, de Inglaterra.

“¿En Suiza? Dos o tres por ciento anual. No es un problema”, comenta tranquilo Roland Schenli. “Tal vez un 6% o un 7% ahora mismo. ¿Ustedes cuanto tienen? Cien por ciento, ¿de verdad?”, se sorprende Matt Carrico, de Canadá. “De las más bajas del continente”, afirma Renán Dávila, de Ecuador. “Los precios suben y suben”, brama Benoit Canu, de Francia, que es el más enojado, pare luego decir que la inflación de su país es del 6% interanual.

Jesse, el ghanés que tanto conoce de la Argentina, afirma que su país está igual o peor: “En este momento es de 120%. Los precios suben todos los días”, se queja, aunque analiza datos del año anterior. Actualmente, según el Banco Mundial, en Ghana el índice es del 8,3% anual. “Estamos en un 9% anual, es un problema en todo el mundo”, reconoce Don Thompson, de los Estados Unidos. “¿La nuestra? Cien por ciento y subiendo”, se ríe Silvina Domínguez de la Argentina. El brasileño Davilo Galleto, termina con un deseo: “Espero que la política argentina mejore para que el pueblo viva mejor”.

Faltan dos. Se torna difícil conseguir a alguien de Países Bajos. ¡¿Cómo puede ser?! La marea naranja invadió las canchas y también se veía hace días, pero en ese momento, justamente no pasa ninguno. El primero que se visualiza dice: “Soy de Holanda, sí, pero no me gusta salir en televisión”. Por suerte aparece Alfons Smits, que permite dar el anteúltimo paso. “Después de varios años sin inflación, el último año fue altísima. Tuvimos un 10%”, se lamenta Smits.

En apenas dos horas y media en un pequeño restaurante de Souq Waqif, una zona gastronómica muy transitada, ya se consiguieron 31 sobre 32… ¿Quién falta? Bélgica. Quince minutos más antes de ir a la cancha, tiene que aparecer alguien… pero nada.

El equipo se retira rendido por la mala suerte. ¿Cómo puede ser que haya faltado tan sólo uno? Hasta que… en el viaje de regreso, en la estación Al Mansoura, Flip Vanluyot se cruza con su camiseta de Bélgica. Habla de Fangio, es fanático de la Fórmula 1. Todos saben algo de la Argentina. Al fin: misión cumplida. La vuelta a la Copa del Mundo en dos horas, 45 minutos… y un viaje en subte.

Producción: Diego Morini, Aníbal Greco y Federico Águila
Matías Boela
Juan Manuel Trenado

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