Purita Díaz habla de todo: su caso, la “corrupción de las vacunas” y cuál era el vínculo con Ferraresi

Clarín entrevistó a la ex becaria militante de la Municipalidad de Avellaneda. Dice que no se arrepiente y afirma: “Mi error fue vacunarme a destiempo, no fue vip”

Un mes después de que estallara el escándalo del vacunatorio VIP que eyectó a Ginés González García del Ministerio de Salud de la Nación, se conoció el caso de Stefanía Purita Díaz, la joven militante de 18 años, becaria de la Municipalidad de Avellaneda.

 

Fue en la tierra que comandaba Jorge Ferraresi, el ex intendente y actual ministro de Hábitat y Vivienda. La foto de Purita Díaz exhibiendo el carnet de inmunizada levantó polvareda y generó mucha indignación social. Era marzo pasado, período de un grave faltante de vacunas.

El 5 de marzo, la joven se vacunó con Sinopharm y el 23 del mismo mes fue echada de su trabajo, donde se desempeñaba en la Secretaría de de Educación, de Avellaneda. «Aún hoy me pregunto por qué me echaron, fue muy injusto, porque yo no cometí ningún acto ilícito, ni fui acomodada por un político», dice.

Trata de explicar: «Yo me inscribí para vacunarme como voluntaria en diciembre de 2020, cuando todavía se estaba en la etapa de experimentación y en marzo me convocaron y fui. Hoy siento que hay responsabilidad de mi parte, no culpabilidad».

Pasaron seis meses de aquel episodio. «Fue la peor etapa de mi vida, jamás imaginé que me sucedería algo así, jamás pensé que vendría este terremoto que destruyó mi imagen socialmente y hoy mi nombre está asociado a la corrupción de vacunas», afirma

Y detalla las consecuencias: «Todavía lo sigo padeciendo, al punto de que en una entrevista de trabajo cuando dije mi nombre automáticamente me bajaron el pulgar. Necesito limpiar mi nombre, necesito que crean en mi palabra, yo no mentí», asegura durante el diálogo con Clarín.

-¿Está arrepentida de algo?

-Todo lo que me pasó fue muy injusto y cruel. Yo no me arrepiento de nada porque no cometí ningún delito como quisieron mostrar los medios, que construyeron una imagen espantosa de mí. De verdad, no tengo nada que ver con el vacunatorio VIP, yo sólo respondí a un llamado del sistema de vacunación de la provincia de Buenos Aires. Podía no haber ido, quizás lo hice a destiempo, pero fui porque me llamaron y porque por mi trabajo tenía contacto con docentes y me exponía en los barrios más carenciados.

-¿Por qué dice que los medios «construyeron una imagen espantosa»?

-Porque​ me cosificaron quizás por ser llamativa y me trataron de cualquiera y hasta de acomodada, y nada más lejos de eso. Aseguraron sin averiguar que yo era secretaria de un político (no lo nombra a Jorge Ferraresi), se deslizó un sentido sexual y se creó un prejuicio sobre mí, una mujer estudiosa y trabajadora que, de golpe, era una cosa, un objeto sexual… Tuvo más peso la sexualización de la situación inventada que el hecho de mi vacunación.

-¿Usted sería la víctima de todo este episodio entonces?

-Fui catalogada como una vacunada vip, como todos aquellos que sí fueron privilegiados adelantándose en la cola, pero no fue mi caso, ¡no!, me quiero correr de ese lugar y ruego que no me asocien más con la corrupción de vacunas,

-¿Pero entiende que hubo muchos jóvenes militantes de determinadas agrupaciones que fueron privilegiados?

-Sí, claro, fue un momento de extrema sensibilidad, bronca e impotencia por la falta de vacunación y por todo el arrastre de lo que sucedió con el ministro Ginés y el vacunatorio vip. Además de que mi foto que salió publicada con el carnet de la primera dosis no me favoreció, pero claramente no tuvo ninguna connotación política, ni estaba haciendo la V peronista, ni tampoco tuvo intención pública. Esa foto yo no la había subido, pedí que la borraran pero se ve que alguien hizo una captura y se terminó viralizando dos semanas después de vacunarme.

Desde su casa en Avellaneda, donde vive con su madre, Purita Díaz habla con con serenidad, pero se percibe en su tono un dejo de bronca e impotencia. «Tuve un momento después de todo este despiole que no quería salir a la calle, estaba con miedo, paranoica por los insultos y por el acoso que sufría en las redes sociales… Llegué a teñirme el pelo, me lo oscurecí para pasar inadvertida, hasta que empecé a tener el apoyo de la gente que me conoce, los amigos, los vecinos y eso me fue devolviendo fuerzas para intentar normalizar una vida que durante meses fue un infierno», recuerda la estudiante de Comunicación Social y Relaciones Internacionales.

-La primera vacuna se la aplicaron el 5 de marzo, ¿cuándo fue la segunda dosis?

-A través de la página web me estuvieron convocando por mail y luego por whatsapp para fines de marzo, pero ignoré el aviso. Luego me llamaron en abril, insistieron en mayo, pero yo no respondía, no quería saber nada, me decía «no voy ni loca», mi cabeza estaba inestable, desequilibrada, tenía miedo de que me pasara algo, qué sé yo… Preferí dejar pasar un poco el tiempo, que se fueran vacunando los que tuvieran más necesidad y finalmente me volvieron a convocar en junio, pero en la ciudad de Buenos Aires, y fui encapuchada, tapadísima, tenía persecuta.

-El 23 de marzo la Municipalidad de Avellaneda la echó. ¿Por qué?

-La verdad que no lo sé… En su momento entendí que era por el daño político ​que se intentaba hacer desde la oposición y de los medios con mi imagen injustamente manchada, aunque yo defendí mi posición con uñas y dientes, asegurando que no tenía responsabilidad alguna, que el sistema me había convocado y que fue todo claro… pero la gente de Recursos Humanos no lo vio así.

-¿Por qué tenía en sus redes una foto con el ex intendente Ferraresi?

-Porque siento admiración por él, para mí es un referente al que tengo allá arriba, además era común que compañeros y compañeras se sacaran fotos con él. Pero cero vínculo personal, sólo político. Sin embargo, esa imagen sirvió para denigrarme… Se construyó un estereotipo desde la misoginia que tuvo más peso que haberme ido a vacunar.

-¿Ferraresi le pidió que saliera a aclarar la situación?

-Nada, en absoluto, no tuve ningún contacto con él. Lo involucraron sin saber nada, no tenía la menor idea de mí, sólo porque vieron una foto mía con él los medios empezaron a inventar las historias más espantosas contra él, un funcionario importante, respetado, serio, con mujer e hijos, y contra mí, una joven empleada más que cumplía su trabajo como corresponde -levanta la voz por primera vez-.

-¿Trascendió que fue Magdalena Sierra, la mujer de Ferraresi, la que la echó?

-Sí, trascendió eso, pero la verdad es que no sé si ella tuvo algo que ver… Lo único que sé es que yo estoy sin trabajo y mi nombre está asociado con la corrupción.

-¿Sigue militando en la Agrupación Eva Perón?

-No, no milito más. Después de todo lo que pasó, me tuve que resguardar. La militancia es una forma de ser, un estilo de vida, una vocación y la verdad es que la extraño un montón, pero no me pude reinsertar… Al ser corrida del trabajo, entendí que no tenía que participar más en nada. Si te hacen a un lado tus compañeros, tus referentes, está claro que no tenía más nada que hacer.

-¿Está desencantada con la política?

-Muchísimo. Pero fue una lección todo lo que me pasó y entendí que la política también tiene su lado b, un costado sucio que la sostiene. Yo estaba enamorada de mi espacio político, del kirchnerismo, me apasionaba mi trabajo, lo dí todo por él, tenía sueños, ambiciones como cualquier chica trabajadora, pero me las arrebataron injustamente y nadie se hizo cargo. Fui muy inocente y el golpe que me di por la decepción de saber cómo opera la política fue enorme.

-¿Pensó en irse del país?​

-Sí, claro que pensé en irme… En una situación agobiante como la que atravesé yo, ¿quién no quisiera escaparse? Pero yo no soy ninguna delincuente ni presa política… Aparte nunca estuve a favor de los que se van, de la fuga de cerebros… Sí en un futuro me iría a estudiar, pero no a vivir afuera, soy de las que creen que los cambios hay que hacerlos desde adentro. Yo pude estudiar y lo sigo haciendo gracias a este país.

PS

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