Justicia giratoria: sale Cristina Kirchner, entra Mauricio Macri

 la Justicia gira una vez más al ritmo del poder político

Es posible que la ex presidenta sea absuelta en la causa del memorándum con Irán. Tan posible como que se abra otra por la entrega de armas a Bolivia contra el referente del PRO.

Por Nancy Pazos

Hay señales. Quizás no muy publicitadas ni contundentes pero que van marcando cierto cambio de aire. Desde que llegó Martín Soria al ministerio de Justicia hace poco mas de cien días, el Gobierno parece estar teniendo algunos guiños ¿cómplices? por parte de la corporación judicial. El kirchnerismo se entusiasma con la posibilidad concreta de que la causa por el memorándum con Irán termine anulada. Y parte de la oposición empieza a transpirar (otros a disfrutar) por la acusación contra Mauricio Macri por el envío de armas y municiones argentinas a Bolivia en medio del virtual golpe de estado contra Evo Morales.

La Argentina se encaminaría así a otra vuelta de campana político-judicial. Pero este virtual empate técnico de carpetazos para uno y otro lado podría también ser el puntapié para una autodepuración judicial que, por razones obvias, anhela toda la clase política.

Y en este punto hay algo que se está gestando a la vista de todos sin que todavía se tome cabal conciencia del significado. Mas allá de cómo cierren las listas el próximo sábado y cómo salga la elección en noviembre, la Cámara de Diputados de los próximos dos años será el semillero del recambio generacional. Dirigentes políticos que ya hoy en día van tejiendo de a poco un pacto silencioso.

Aquellos que anhelan genuinamente heredar a Cristina y a Macri trabajan e imaginan un país donde haya políticas de estado por encima de la grieta, donde no se pegue debajo del cinturón y donde la convivencia democrática se aleje de los servicios de inteligencia y de los tribunales.

El kirchnerismo elige a Horacio Rodríguez Larreta como interlocutor no sólo porque puede desbancar a Macri de la jefatura de la oposición, sino porque lo cree mejor persona y político que Macri. Máximo Kirchner (cuyo teléfono personal es casi un secreto de estado) chatea con María Eugenia Vidal. Una señal de extrema confianza en la simbología camporista.

Sergio Tomás Massa, Diego Santilli, Eduardo “Wado” De Pedro, Emilio Monzó, Andrés “Cuervo” Larroque, Cristian Ritondo, Santiago Cafiero, Martín Lousteau, Leandro Santoro son parte de esos vasos comunicantes cotidianos que no se publicitan demasiado pero que existen.

Algunos con mayor formación y carga ideológica que otros, con diferencias a la hora de enfrentar los problemas políticos —sino estarían todos en un mismo partido— pero con la certeza de que el diálogo y los códigos son indispensables para lo que viene.

En ese listado faltan radicales. Y no es por casualidad. Hoy por hoy el peronismo gobernante elige a esa parte del PRO por encima de la UCR. Y se nota. El radicalismo de Alfredo Cornejo o Mario Negri, o la coalición de Elisa Carrió, quedaron atrapados en la lógica antagónica de los últimos años. Como si olieran a pasado.

Quizás el único que, por flexibilidad política, podría sumarse a esa troupe es Gerardo Morales. Pero mantener encerrada a Milagro Sala tiene el costo de la exclusión para el jujeño.

Pero el hoy por hoy aún tiene como protagonistas a CFK y a Macri. Cristina Kirchner es de las mujeres que detestan dar señales de debilidad. Cultivó, por lógica generacional, un feminismo del siglo pasado donde la mujer casi adoptaba aires de masculinidad en su carácter. Por eso, para ella, las lágrimas públicas están vedadas y más cuando está actuando como líder política.

Sin embargo el viernes, en su hora 29 minutos ante el tribunal que debe decidir si la juzga o anula la causa por el memorándum con Irán, terminó pidiendo disculpas dos veces. Y no por haberse excedido en el tiempo estipulado que también, sino porque la voz se le quebró (bronca que decanta en impotencia) ahí junto antes de finalizar su alegato.

Está claro que ella se siente víctima. Tan claro como que esta causa es la mas floja de papeles según quienes siguen de cerca todas las causas de la vicepresidenta. Si se diera una anulación de la misma, que es a lo que apuesta su abogado, Alberto Beraldi, el kirchnerismo tendría una bandera para arriar en plena campaña. Un “aire” que está esperando desde el mismo momento en que se propuso volver al poder.

También se nota que CFK está lejos de poder superar el dolor. A simple vista en lo gestual y en lo político el perdón -ese alguien a quien perdonar en su lógica de persecución- no está hoy en sus posibilidades emocionales. En el mientras tanto, los factores de poder se van alineando en consecuencia: el jueves el fiscal Claudio Navas Rial dio lugar al pedido del gobierno para investigar un posible “contrabando de armas” hacia Bolivia contra Macri.

La oposición salió en masa a bancar al ex presidente. Pero con el transcurrir de los días también se empezaron a conocer algunos pormenores de lo sucedido. Todo transcurrió en 24 horas que fueron tan frenéticas que parecieron semanas. El lunes 11 de noviembre Evo Morales renuncia a la Presidencia y se recluye en un aeropuerto militar en La Paz. Alberto Fernández como Presidente electo intenta traerlo como asilado político a la Argentina. Macri no contestaba.

Felipe Solá detecta que el embajador en Bolivia es un hombre de Gerardo Morales y le pide al gobernador que interceda con Macri. El jujeño llama a Normando Álvarez García (hoy su ministro de Trabajo) y le pide que le de asilo a un par de ministros de Evo. “Por las dudas no pidas permiso oficial, yo banco la parada. No te preocupes”, le ordena Morales, sabiendo que al Chiqui, como le dicen, se le jugaba una fibra íntima: su hermano fue asesinado durante la dictadura argentina.

De esta manera por orden política de Morales, y no de Macri, se le da asilo al ministro de Gobierno Carlos Romero y de Planificación Mariana Prado.

Evo seguía en el aeropuerto. Nadie le autorizaba plan de vuelo. Gerardo Morales llamó a Macri. “Mauricio lo van a matar. Si lo matan vas a tener el peso de su cadáver toda tu vida sobre tu espalda”, le gritó dramático por teléfono.

Faltaban menos de un mes para que se entregara el bastón de mando pero estaba claro que Mauricio ejercería el poder hasta el último día. Su no fue rotundo. Al atardecer, Evo partía rumbo a México sin conseguir siquiera autorización para abastecerse de combustible en la Argentina.

Guillermo Montenegro es de los que querría evitar una interna en Juntos por el Cambio pero que, a la hora de elegir, ya esta alineado con Horacio Rodríguez Larreta. Básicamente por lealtad. Fue el Jefe de Gobierno el que lo rescató del exilio forzoso en Uruguay al que lo había destinado Macri por haber jugado en la interna con su amiga Gabriela Michetti. Tercer diputado en el 2017 y de ahí a una victoria contra cíclica en el 2019 cuando ganó la intendencia de Mar del Plata a pesar de Vidal y de Mauricio.

Hoy mientras sigue cambiando pañales a sus 58 años (papá de mellizos de casi dos años y de un bebé de 10 meses) intenta ver como organiza sus próximos días teniendo en cuenta que la mitad de sus ministros de origen radical terminaran jugando en su contra en esta interna. El mismo dolor de cabeza que tienen el resto de los intendentes de la coalición opositora a quienes les crecerán enanos o posibles sucesores, en las próximas internas partidarias. Cosas que desde CABA quizás no se ven.

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