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«Riquezas sin rostro»: la influencer acusada de liderar una estafa piramidal en Córdoba

Conocida por exhibir en sus redes sociales una vida de lujo y prometer “transformaciones radicales” a través de costosos cursos de marketing digital, Salazar ofrecía una aparente fórmula para alcanzar el éxito económico y la independencia laboral.

Una promesa atractiva, pero falsa

Por 497 dólares, o en cuotas de 248.50 o 167 dólares, la influencer promocionaba un curso que supuestamente enseñaba a convertirse en un nómade digital, con ingresos suficientes para viajar por el mundo trabajando unas pocas horas al día. Sin embargo, para la Justicia de Córdoba, esta propuesta era una fachada para captar dinero de sus víctimas, a quienes habría defraudado con sumas que superan los 23.000 dólares.

La detención de Salazar se produjo cuando estaba por abordar un vuelo hacia Buenos Aires. En un operativo conjunto entre el Departamento de Delitos Económicos y la Policía Aeroportuaria, fue retirada del avión y quedó imputada por estafas reiteradas. Un presunto cómplice, Nicolás Gionco, de su misma edad, también está involucrado como partícipe necesario en este esquema, conocido como Ponzi.

El sueño digital: una ilusión rentable para la influencer

Con más de 10.000 seguidores en Instagram, Salazar se promocionaba como mentora de una vida plena y exitosa, exhibiendo paisajes paradisíacos y mensajes motivacionales. En su página web relataba cómo abandonó un empleo formal para perseguir su sueño de independencia económica. Según ella, su curso contenía 32 módulos de marketing digital, automatización y derechos de reventa, permitiendo a los compradores quedarse con “el 100% de las ganancias”.

Los compradores no solo adquirían el contenido, sino también la promesa de revender el curso como propio, lo que, según expertos, es una de las características clave de los esquemas piramidales.

Víctimas y modus operandi

La investigación, que comenzó a principios de 2024 tras denuncias de cuatro víctimas, reveló que los primeros rendimientos prometidos por Salazar se cumplían inicialmente, pero luego dejaban de ser pagados. Las quejas de los afectados coincidían con largos periodos en los que la acusada decía encontrarse de viaje.

Junto con Gionco, quien captaba clientes en un gimnasio de Córdoba, Salazar convencía a sus víctimas para invertir con promesas de rendimientos en dólares de entre el 10 y el 12% mensuales, presuntamente vinculados a operaciones con criptomonedas.

Una imagen cuidadosamente construida

Aunque en sus redes se presentaba como una empresaria exitosa, los registros oficiales de la AFIP indican que Salazar figuraba como comerciante de aparatos de telefonía y tecnología. Según fuentes judiciales, era una joven de clase media con aspiraciones sociales elevadas. Vecinos y conocidos la describen como “hábil” y “carismática”, capaz de persuadir rápidamente a quienes la rodeaban.Tras un allanamiento en su domicilio y la coordinación de su detención, las autoridades lograron interceptarla minutos antes de que tomara un vuelo. Ahora, la fiscal Lourdes Quagliatti, a cargo de la causa, prepara su indagatoria, mientras se busca determinar si existen más víctimas.

El caso de Candela Salazar pone nuevamente en foco los riesgos de caer en promesas de riqueza fácil y los peligros de los esquemas piramidales que proliferan en la era digital.

«Riquezas sin rostro»: la influencer acusada de liderar una estafa piramidal en Córdoba

Candela Salazar, una joven de 27 años, fue detenida ayer en el aeropuerto de Córdoba, acusada de encabezar un esquema de estafa piramidal. Conocida por exhibir en sus redes sociales una vida de lujo y prometer “transformaciones radicales” a través de costosos cursos de marketing digital, Salazar ofrecía una aparente fórmula para alcanzar el éxito económico y la independencia laboral.

Una promesa atractiva, pero falsa
Por 497 dólares, o en cuotas de 248.50 o 167 dólares, la influencer promocionaba un curso que supuestamente enseñaba a convertirse en un nómade digital, con ingresos suficientes para viajar por el mundo trabajando unas pocas horas al día. Sin embargo, para la Justicia de Córdoba, esta propuesta era una fachada para captar dinero de sus víctimas, a quienes habría defraudado con sumas que superan los 23.000 dólares.

La detención de Salazar se produjo cuando estaba por abordar un vuelo hacia Buenos Aires. En un operativo conjunto entre el Departamento de Delitos Económicos y la Policía Aeroportuaria, fue retirada del avión y quedó imputada por estafas reiteradas. Un presunto cómplice, Nicolás Gionco, de su misma edad, también está involucrado como partícipe necesario en este esquema, conocido como Ponzi.

El sueño digital: una ilusión rentable para la influencer
Con más de 10.000 seguidores en Instagram, Salazar se promocionaba como mentora de una vida plena y exitosa, exhibiendo paisajes paradisíacos y mensajes motivacionales. En su página web relataba cómo abandonó un empleo formal para perseguir su sueño de independencia económica. Según ella, su curso contenía 32 módulos de marketing digital, automatización y derechos de reventa, permitiendo a los compradores quedarse con “el 100% de las ganancias”.

Los compradores no solo adquirían el contenido, sino también la promesa de revender el curso como propio, lo que, según expertos, es una de las características clave de los esquemas piramidales.

Víctimas y modus operandi
La investigación, que comenzó a principios de 2024 tras denuncias de cuatro víctimas, reveló que los primeros rendimientos prometidos por Salazar se cumplían inicialmente, pero luego dejaban de ser pagados. Las quejas de los afectados coincidían con largos periodos en los que la acusada decía encontrarse de viaje.

Junto con Gionco, quien captaba clientes en un gimnasio de Córdoba, Salazar convencía a sus víctimas para invertir con promesas de rendimientos en dólares de entre el 10 y el 12% mensuales, presuntamente vinculados a operaciones con criptomonedas.

Una imagen cuidadosamente construida
Aunque en sus redes se presentaba como una empresaria exitosa, los registros oficiales de la AFIP indican que Salazar figuraba como comerciante de aparatos de telefonía y tecnología. Según fuentes judiciales, era una joven de clase media con aspiraciones sociales elevadas. Vecinos y conocidos la describen como “hábil” y “carismática”, capaz de persuadir rápidamente a quienes la rodeaban.

Tras un allanamiento en su domicilio y la coordinación de su detención, las autoridades lograron interceptarla minutos antes de que tomara un vuelo. Ahora, la fiscal Lourdes Quagliatti, a cargo de la causa, prepara su indagatoria, mientras se busca determinar si existen más víctimas.

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