El caso del arquitecto ejecutado a quemarropa en Córdoba: detienen a su hija y a su yerno

El hecho ocurrió el 28 de diciembre pasado pero este miércoles la causa dio un vuelco inesperado, apuntando a la hija como principal sospechosa por el asesinato

En la medianoche del 28 de diciembre del año pasado, un enigmático crimen conmocionó a Córdoba. Ese día, el arquitecto Reynaldo Flehr, de 61 años, fue asesinado a quemarropa en su casa. El hombre vivía en el barrio Los Boulevares, de la capital provincial.

Lo que hicieron con él fue prácticamente una ejecución: lo maniataron a una silla y le pegaron dos tiros -uno en el mentón y otro en la frente- desde corta distancia.

De su casa no se llevaron ningún objeto de valor, tampoco su auto. La investigación, desde un primer momento, apuntó al círculo íntimo del arquitecto. No estaban forzadas las cerraduras y todo indicaba que se había tratado de un crimen premeditado, organizado y planificado a la perfección.

Las personas que llegaron a su domicilio lo hicieron con la clara intención de matarlo.

El brutal asesinato no tenía sospechosos confirmados hasta este miércoles, día en que la causa dio un giro inesperado. Según precisó a Clarín la fiscal Claudia Rita Palacios, cinco personas fueron detenidas e imputadas en las últimas horas. La sorpresa fue grande cuando se informaron los nombres: entre los acusados están Irina Lourdes Flehr y Leandro Moscarello, hija y yerno de la víctima. Ambos están imputados en calidad de partícipes necesarios.

Por otra parte, la fiscalía dispuso también la detención de David Silvestre, Samuel Moscarello y David Suárez, implicados como coautores del delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego. No se descartan variaciones en las calificaciones legales, conforme avance la investigación.

En rueda de prensa, la fiscal Palacios dijo que la hija de Flehr “llora todo el tiempo” desde que fue detenida, y detalló que todos los arrestados pertenecen al círculo íntimo de la joven. Los cinco están domiciliados en la ciudad de Córdoba.

“Luego de una investigación larga y tediosa analizando cámaras, videos y audios, se llegó a esta conclusión porque hay elementos y condiciones suficientes como para apuntar a las personas que hemos detenido. Hubo rastros que los implicados dejaron, que nos permitieron llegar a ellos”, precisó la fiscal.

Los detalles del crimen

Hacia el final del día 28 de diciembre, Flehr llegó a su casa en su auto Honda de color gris. Lo dejó estacionado en el jardín, no en la cochera. Su domicilio está ubicado en una zona oscura de la ciudad, casi a las afueras, en la avenida que dirige hacia el aeropuerto y Sierras Chicas.

No se sabe si los asesinos ingresaron después que la víctima, o si lo esperaron dentro. El punto es que ningún vecino vio ni escuchó algo extraño. La zona en la que vivía Flehr está rodeada de empresas y algunas pocas viviendas. Por la hora del día en la que ocurrió todo, los negocios estaban cerrados. Lo único cerca, en funcionamiento, era una estación de servicio frente a la casa que está abierta las 24 horas.

Los autores del crimen ataron al arquitecto de pies y de manos con precintos plásticos y lo sentaron en una silla en el comedor. Uno de ellos puso el televisor a todo volumen, con la intención de que no se escuchen gritos o disparos. Los investigadores no encontraron signos de golpes o resistencia previa por parte de la víctima. Con Flehr completamente reducido, uno de los asesinos le disparó con un arma calibre 22 desde una distancia de aproximadamente dos metros. Apuntó a la cabeza. Apuntó a matar.

La primera en llegar a la escena fue una hermana de la víctima, al día siguiente, preocupada porque no respondía sus llamados. La mujer se encontró con Flehr sin signos vitales, el comedor lleno de sangre y pisadas que daban cuenta de que había más de una persona implicada en el asesinato. Fue ella quien dio aviso a la Policía.

Quién era Reynaldo Flehr

Arquitecto de profesión, Reynaldo Flehr tenía 61 años y era viudo. Estaba en pareja con una mujer hacía un tiempo y todos sus hijos eran mayores. Era dueño de algunos terrenos y vendía productos para ferreterías y corralones. La casa en la que lo mataron es en la que vivió toda su vida. Su situación económica era favorable.

Por los detalles del caso, la fiscalía descartó desde un primer momento la hipótesis del robo. La investigación apuntó primero a un ajuste de cuentas y después a cuestiones económicas, aunque dentro del círculo íntimo de la víctima. Un mes y medio después del crimen, la sospecha fue confirmada y la principal implicada en el asesinato es la hija de Flehr.

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