Thelma Stefani: magia negra, amantes poderosos y un suicidio anunciado

Thelma fue una actriz versátil, que se destacó en en el cine y el teatro de revista. Sin embargo, el final de su vida estuvo marcado por la tragedia

«Cuando no esté recuérdenme llevándome flores blancas». Presagio. Hace 34 años que los pétalos se acomodan sobre los mármoles del umbral de la bóveda familiar donde descansan sus restos en el camposanto de Chacarita.

Hoy Thelma Stefani tendría 72 años. Quizás algunos más, porque era de esas figuras que evitaba contar la fecha exacta de su nacimiento. La versión oficial argumenta que se tiró del balcón de su departamento de Belgrano, a los 37, en medio de una profunda depresión y atravesada por ritos oscuros que fueron minando su emocionalidad. Se dijo que fue amante del expresidente Carlos Saúl Menem y hasta que fue a él a quién llamó anunciándole la decisión de ponerle punto final a su existencia.

«El pensamiento del suicidio es un poderoso medio de consuelo, con él se logra soportar más de una mala noche», espetó Friedrich Nietzsche. Sin embargo, aquella idea que atravesaba los pensamientos de Thelma Stefani en las madrugadas más hostiles se transformó en acción. No pudo con ella misma.

Si bien protagonizó en cine y hasta fue primera vedette en el Maipo, su carrera nunca estuvo a la altura de otras colegas. Era bella, personal y sabía manejarse en el mundo de los egos desmedidos. Sin embargo, sentía que no se la reconocía en su verdadera dimensión. Ese lugar que el medio le retaceaba y la frustración de los amores truncos fueron socavando su ánimo.

Tenía un vínculo estrecho y sin temores con la muerte. Solía encerrarse en la cripta familiar para sollozar en momentos de angustias o hasta para celebrar un estreno. Aquella relación emocional e íntima con la finitud concluyó siendo la concreción de su último acto. La escena final de una vida que supo más de vaivenes emocionales que de serenidad. Algunos se entusiasmaron y la apodaron «Marilyn Monroe argentina». Sin embargo, más allá del definitivo destino trágico, poco unía a la rubia de Los Ángeles con la bomba sexy del Oeste porteño.

Formación clásica

Thelma Stefani nació un 25 de octubre de 1948. Hija de Augusto y Nélida, los padres italianos que se afincaron en Villa Luro, barrio en el que la criaron junto con un hermano, a quienes pudieron educar con comodidad gracias al trabajo esforzado que no sabía de feriados ni descansos prolongados. Su padre, siguiendo aquel mandato aspiracional de «M´hijo el dotor», no veía con buenos ojos la vocación artística de su hija. En cambio, la madre de Thelma impulsaba tal afición, acaso el sueño de esa mujer con destino de sacrificio a ambos lados del Atlántico. Este contrapunto entre Augusto y Nélida generaba encontronazos que no pasaban a mayores. Finalmente, y durante siete años, Thelma estudió danzas en el Teatro Colón, cumpliendo su deseo y el de su progenitora. A los veinte abandonó el gran coliseo para transitar lenguajes más mundanos del arte.

Era muy joven cuando se enamoró de Fabio Zerpa, el experto en cuestiones sobrenaturales que le llevaba 20 años. Fue tal el flechazo que Thelma decidió acompañarlo en sus giras por el país hablando de objetos voladores no identificados, vida no humana, y otras yerbas, temas que ya comenzaban a entusiasmar a la bella jovencita con aspiraciones de triunfo.

En esos tiempos, Eber Lobato la encontró vendiendo entradas para Zerpa y pensó que era la mujer que venía buscando hacía tiempo para protagonizar su película Natasha. El largo se estrenó en 1974 y estaba protagonizado por Enzo Viena. Rápidamente, el público y el mundo del espectáculo posaron su interés en esa mujer novata que daba tan bien en cámara. Con todo, Natasha obtuvo pésimas críticas y fue un fracaso de boletería, pero ella pudo demostrar algunas habilidades que la dejaron bien parada.

Aquel papel iba a ser protagonizado por Nélida Lobato, la mujer del director, pero la ruptura de la pareja hizo que Eber tuviese que buscar reemplazo. Para Thelma fue una decepción no poder mostrar cabalmente lo aprendido en el Colón y con la coreógrafa Beatriz Ferrari.

En la película, la actriz jugaba osados desnudos, lo cual le permitió llamar la atención. Este fue el pasaporte para ser convocada por los empresarios del Teatro Maipo para acceder a la revista.

En 1974 debutó en Esta si te va a gustar con Osvaldo Pacheco y Javier Portales. Dos años después llegaría a El Maipo de Gala con Tristán y Osvaldo Pacheco, dirigidos por Gerardo Sofovich. Aquella formación rigurosa en el Teatro Colón le permitió trazar una diferencia al taconear con autoridad o atravesar la escena con zapatillas de punta. En el cine, alternaba papeles audaces con algunas comedias familiares, pero ninguno de aquellos títulos era de real envergadura. Lo mismo le sucedía en televisión, donde rodaba ficciones en las que no descollaba.

Cuando acordó integrar el elenco de la telenovela Cara a cara con Verónica Castro, no imaginó que sería desplazada del staff por su voz militante. Es que Thelma había impulsado una huelga de actores en protestas por la diferencia sideral entre el cachet de la diva mexicana y el del resto de las actrices argentinas. Finalmente, la producción la apartó del elenco. «Verónica me destruyó», vociferaba la rubia en aquellos tiempos.

Su defensa de los derechos laborales de los actores llevaron a que algunos productores no quisieran contratarla por considerarla «conflictiva». De a poco, Thelma iba dando muestras de su temple iracundo que se enfrentaba a largos períodos de melancolía.

Su última película fue Correccional de mujeres, donde tuvo que desnudarse completamente y hasta se atrevió a meter la cabeza en un inodoro de aguas pestilentes. Ella propuso la osadía porque buscaba, de una forma u otra, seducir a la crítica, demostrar que podía jugarse como actriz. «Puedo mostrar el cuerpo o hacerme dos colitas y trabajar a cara lavada», reconocía. La película fue dirigida por Emilio Vieyra y se estrenó en 1986, pocos días antes de su suicidio. Su carrera le dio cierta popularidad, pero no logró instalarla como una actriz o vedette consagrada.

Amores contrariados

Si en lo laboral no logró lo que soñaba, el amor tampoco le deparó mayores satisfacciones. Como un circulo vicioso que se repite en un loop, los desengaños del corazón afectaron su armonía y felicidad, y esto hacía que su inteligencia emocional se viera cada vez más diezmada. «Adoro a los gatos, no sé si yo los copio a ellos o ellos me copian a mí», confesó en 1984 a una revista de actualidad. Su mirada felina y su ronca voz de fumadora epilogaban a ese cuerpo de curvas pronunciadas y melena rubia ondulante.

Ya había tenido un escarceo con el escribano Jorge Gallo cuando formó pareja con Fabio Zerpa. En esta etapa de su vida habría nacido su inclinación por el esoterismo. La dimensión menos terrenal y la búsqueda de una explicación al sentido de su existencia la lograron trastornar.

El productor Rafael Cohen fue otra de las parejas fugaces de la actriz. Según se dijo, los padres de él no veían con buenos ojos la profesión de la novia y, además, sostenían que era un escollo las diferentes religiones que profesaban. Es más, habrían organizado una fiesta sin invitar a Thelma. Al tiempo, se dijo que ella habría generado una reunión en la que habría invitado a los padres de Cohen y que los habría echado insultándolos delante de los presentes, toda una venganza por los desprecios recibidos anteriormente.

El vínculo con Cohen se terminó cuando Thelma conoció a Ricardo Bauleo, uno de los Superagentes. De hecho, fue una de las protagonistas de La aventura explosiva junto a Víctor Bo, Julio de Grazia y el propio Bauleo, con quien se casó en 1976. Fue el único matrimonio legal de la actriz, pero duró tan solo seis meses.

En el verano de 1978, Thelma tuvo programa propio en Canal 9. Fue un fracaso. El espacio lo habría obtenido por noviar con el militar al que le habían asignado la dirección de la emisora en tiempos de la dictadura, que había arrancado el 24 de marzo de 1976. Todo duró un suspiro: el programa y la pareja.

En aquellos tiempos, también había compartido la intimidad con Carlos Monzón, hasta que se enamoró del actor Ricardo Morán, quien fue una de sus parejas más queridas y quien tuvo que socorrerla en varias oportunidades ante la ingesta de pastillas y algún intento de poner fin a su vida. Luego de varias idas y vueltas, Morán decidió no seguir con el amorío.

A esta altura, Thelma no solo no encontraba el amor verdadero, sino que su temple se iba diezmando con depresiones muy profundas. Su círculo era estrecho, la soledad era otro enemigo que fue batallando su espíritu. El productor Martín Clutet y un empresario chino de apellido Li Tsung también habrían formado parte de esa nómina extensa de parejas breves y atormentadas.

Tenía poco trabajo. No todos quería trabajar con ella. No faltó quien afirmara que Thelma llevaba algunos rituales de magia a los camarines o que reunía a sus compañeros de elenco en su casa y lo que se proponía como una cena concluía en un ritual esotérico. ¿Realidad o una leyenda que se agigantó con la muerte de la vedette?

La amante del gobernador

En 1984, con Carlos Saúl Menem al frente del gobierno de la provincia de La Rioja, llegó la noticia: una revista con contenidos para adultos dio la primicia del romance entre el mandatario y Thelma Stefani. El vínculo no era nuevo, habrían tenido intimidad en los ´70 y se habrían separado cuando irrumpió el Golpe de Estado de 1976 y Menem fue apresado.

El vínculo, según se dijo, habría sido muy fuerte y apasionado. Se trataba de dos personas de ímpetu y debilidad por el goce. Cuando Menem tuvo que posicionarse para acceder a la presidencia, Thelma se habría alejado cautelosamente para no entorpecer esa carrera política hacia el máximo puesto. Algunos amigos íntimos, afirmaron, en su momento, que el deseo de ella de formar una familia habría espantado al caballero. Sin embargo, ninguno de los dos pudo apagar esa atracción y siguieron siendo amigos hasta el último instante de Thelma. No faltó quien afirmara que Zulema Yoma tenía especial encono con la amante de su esposo y hasta habría recurrido a «manosantas» para realizar «trabajos» que perjudicaran a la actriz.

Crónica de un final anunciado

Thelma Stefani había tenido a los hombres que quiso, se había dado todos los gustos en materia de placeres. Sin embargo, a muy pocos los consideraba amores. Si aquel romance con Menem terminó porque él la habría rechazado, seguramente fue la gota que rebalsó el vaso de su estabilidad emocional.

Sin trabajo y sin pareja, la vida comenzó a hacérsele muy dura. No le sobraba el dinero, pero con los pocos ahorros que tenía se costeó un viaje por India y Europa para encontrar allí respuestas espirituales a tanta desazón.

El viaje en busca de espiritualidad sanadora no dio sus frutos. Thelma estaba cada vez más sumergida en un pozo de desesperanza. Sin amor, sin hijos, sin trabajo y sin el reconocimiento del medio. Cuando le ofrecieron ser prostituta vip sintió derrumbarse. Las pastillas fueron las aliadas con las que intentaba equilibrar un corazón herido y un alma desamparada.

Aquellos conocimientos de esoterismo adquiridos tiempo atrás y algunos secretos de la vida no terrenal que le había manifestado Zerpa se convirtieron en el eje de su vida. Hasta se dijo que practicaba umbandismo, magia negra e invocaba a los espectros. Su vida no era luminosa. Los rumores sobre sus prácticas nocturnas en torno a la invocación de los muertos y los rituales de la magia negra espantaban a sus colegas.

Eran tiempos donde buscaba una reivindicación como actriz. Estaba cansada de ser la chica linda que se tenía que desnudar. Al principio de su carrera, se sentía elogiada por todo lo que generaba su cuerpo. Cerca de los 40, pensaba que tenía otras herramientas actorales que podía explotar. Sin embargo, nadie la convocaba sin intenciones de cosificar su belleza y su desparpajo a la hora de enfrentar las cámaras sin ropas.

Corría 1986, Thelma ya vivía en el departamento alquilado de Aguilar 2390, 21° C. El inminente estreno de Correccional de mujeres le había dado un respiro a su ánimo alicaído. Sin embargo, las pésimas críticas que obtuvo el material y su propio trabajo terminaron de abatirla. Ella pensaba que ese rol de presidiaria sería consagratorio. No lo fue.

Había transcurrido tan solo una semana del estreno de la película, que no convocaba público en las salas, cuando decidió organizar una cena en homenaje a Jorge Gallo, aquel hombre que había roto su corazón siendo muy jovencita. La cena aconteció el 25 de abril, a tan solo cinco días de su muerte. «Somos 13, alguien va a morir», sentenció con conocimiento de causa ante el asombro de los comensales. A poco de comenzar con el primer plato, la madre de Thelma llamó para informarla sobre la muerte de un tío. Cuando la actriz colgó el teléfono dijo a los presentes: «Ya murió quien tenía que morir hoy. Pueden cenar tranquilos». Sin embargo, uno de los invitados se descompuso en medio de la cena y a los pocos díasfalleció.

La tapa de la revista Gente se preguntaba: ¿por qué se mató?La tapa de la revista Gente se preguntaba: ¿por qué se mató?
Cuatro días después, entre la noche del 29 de abril y las primeras horas del 30, Stefani realizó algunos llamados donde saludó a amigos con tono infrecuente y frases enigmáticas. Sonaba a despedida.

Luego de esa ronda de funesta cortesía, y faltando diez minutos para las dos de la madrugada, Thelma volvió a recurrir al teléfono. Algunas versiones dicen que habría llamado a Carlos Saúl Menem para anunciarle la decisión de su suicidio y que el mandatario habría salido raudo para intentar frenar la tragedia. Otras fuentes confirman que la vedette habría llamado a su última pareja, un joven de 25 años. Todos coinciden en que un hombre tocó su timbre y ella respondió: «Ya bajo».

A las 2.20 de la mañana del 30 de abril de 1986 se cuerpo agonizaba sobre la calle Aguilar, a metros de la avenida Cabildo, en el barrio de Belgrano. El encargado del edificio dijo que la caída había sonado a una explosión. El cuerpo inerte de Stefani primero se enmarañó en la copa de un árbol y luego tocó el piso. Los pocos testigos, debido a la hora, dicen que el rostro desfigurado de la actriz estaba bañado en sangre. «El suicidio no es abominable porque Dios lo prohíba; Dios lo prohíbe porque es abominable», sostuvo Immanuel Kant. Para Thelma Stefani el dolor de la vida se había convertido en algo más abominable que la muerte, por eso la buscó.

Thelma Stefani nunca fue feliz. Y las razones de ese fracaso existencial solo se explican en su laberíntica y atormentada emocionalidad. Paradoja del destino, había luchado toda su vida por ser famosa, ocupar un lugar en el mundo del espectáculo y que su nombre colmara las tapas de diarios y revistas. Fue su suicidio el que la llevó a las primeras planas con letras de molde. Había logrado su cometido. Hacía años que coqueteaba con la muerte. Esa muerte que la encontró sola y abrumada. Las flores blancas en el panteón familiar del cementerio de Chacarita le cumplen su último pedido. Allí, Thelma Stefani descansa en paz, algo que no pudo lograr en sus escasos 37 años de vida.

Por: Pablo Damián Mascareño

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