“The French Dispatch”, de Wes Anderson: una carta de amor al periodismo impreso con un elenco de grandes figuras

La décima obra del cineasta, un homenaje a la revista The New Yorker, fue celebrada en Cannes con nueve minutos de aplausos

Se estrenará en octubre y cuenta con un elenco de siete ganadores del Oscar —Frances McDormand, Tilda Swinton, Benicio Del Toro y Adrien Brody.

La décima película de Wes Anderson, la dramedia The French Dispatch, ha sido calificada como la más andersonesca de todas sus películas (lo cual no es poco luego de El Gran Hotel Budapest) y mereció nueve minutos de ovación de pie el lunes 12, cuando se estrenó en la edición 74 del Festival de Cannes. Si hubiera que aceptar literalmente las definiciones que Anderson dio de su película mientras la rodaba (”La historia no es fácil de explicar, se trata sobre un periodista estadounidense que vive en Francia y crea esta revista”, o “Es una carta de amor al periodismo”) acaso la reacción del público sea incomprensible.

Sin embargo, otros elementos ayudan a entender por qué pasó lo que pasó. Por ejemplo, The French Dispatch cuenta con algunos de los actores favoritos del director de The Royal Tenembaums, siete de los cuales son ganadores de Oscars: Frances McDormand, Tilda Swinton, Benicio Del Toro, Adrien Brody, Anjelica Huston, Christoph Waltz y Fisher Stevens; y también unos cuentos nominados: Bill Murray, Willem Dafoe, Edward Norton, Owen Wilson, Timothée Chalamet, Saoirse Ronan y Bob Balaban. Con agregados de estrellas como Elisabeth Moss, Mathieu Amalric y Jeffrey Wright se arriesgó a que el cielo se desplomara.

La película es, además, un homenaje a uno de los productos culturales más venerados de los Estados Unidos, la revista The New Yorker, y sobre ella dijo el propio The New Yorker: “Se trata de los quehaceres en un semanario ficticio que se parece demasiado a —y se inspiró, de hecho, en— The New Yorker. El editor y los redactores de esta revista ficticia y las historias que publica —tres de las cuales se dramatizan en el film— también están vagamente inspiradas por The New Yorker”.

Conviene recordar algunos de los nombres de esos escritores en la publicación de la vida real: Truman Capote, Dorothy Parker, Lillian Ross, J.D. Salinger, John Updike, Alice Munro, Julian Barnes, John Cheever, Joan Didion, Woody Allen, John Cassidy, E.B. White, Pauline Kael, John O’Hara, Edmund Wilson, Susan Sontag, Rebecca West, Malcolm Gladwell, Seymour Hersh, Renata Adler, Jon Lee Anderson, Susan Orlean, Ian Frazier, Masha Gessen y Calvin Trillin por nombrar apenas un puñado.

Como buen conocedor del New Yorker (Anderson lo ha leído desde la adolescencia y tiene una colección de ejemplares encuadernados que llega hasta la década de 1940), armó la película como una edición especial, una antología con algunos textos ligeros y tres historias de gran peso. Se trata, en efecto, de un número único: el final, ya que es 1975 y el fundador y editor del Dispatch (Murray, en su novena colaboración con el director de Viaje a Darjeeling) acaba de morir. Es el fin de una era, sin dudas; por si no quedaba claro, él también ordenó en su testamento que la revista muriese con él.

La revista es la oficina en Europa de un periódico de Kansas y Arthur Howitzer Jr, el personaje de Murray que apenas disimula al legendario Harold Ross, quiere que sea el radar cultural de su época. “Es más bien un retrato de este hombre, de este periodista que lucha por escribir lo que quiere”, agregó Anderson, sin aclarar mucho. “No es una película sobre la libertad de prensa, pero cuando se habla de periodistas también se habla de lo que sucede en el mundo real”.

Howitzer tiene dos reglas: “No llores” y “Trata de que parezca que lo escribiste así a propósito”. La ciudad imaginaria donde estableció su cuartel general se llama Ennui-sur-le-Blasé, o Tedio sobre el Hastío. Dos de las historias se cuentan desde 1975, mirando en retrospectiva a los años de gloria del Dispatch, los cincuenta y los sesenta; esas historais están en color, mientras que la mayoría del pasado, aunque no todo, vuelve en blanco y negro.

El artículo de The New Yorker detalló algunos parecidos, además del de Murray y Ross: Herbsaint Sazerac (Wilson) surgió del escritor Joseph Mitchell; Julian Cadazio (Brody) está inspirado por Lord Duveen, protagonista de un perfil que S.N. Behrman publicó en 1951; Roebuck Wright (Jeffrey Wright) evoca a James Baldwin y Lucinda Krementz (McDormand) a Mavis Gallant.

En todo caso, en la realidad que plantea la ficción, Swinton es la crítica de arte JKL Berensen, encargada de contar la historia de Moses Rosenthaler (Del Toro), un gran asesino y un mejor artista que pinta a su musa y guardiana Simone (Léa Seydoux), mientras el dealer de arte Cadazio trata de que el mundo vea el futuro del arte. La Krementz de McDormand cubre a los estudiantes revolucionarios de los sesenta y su líder Zeffirelli (Chalamet), a quien aborda desnudo en una bañadera; el Wright de Wright es un crítico gastronómico que recuerda aquella vez en que su trabajo tranquilo lo dejó en medio del secuestro del hijo del jefe de policía (Amalric) a manos de un gángster (Norton).

La sofisticación del New Yorker es un par adecuado para Anderson, cuyas parodias abundan en YouTube como los imitadores de Elvis en Las Vegas, según críticas como la de BBC: “The French Dispatch ha de ser una de las películas más trabajosas que existan. Hace que El Gran Hotel Budapest parezca improvisada en un fin de semana y grabada con un teléfono. No se ve una escena que no esté ornamentada con una división en dos, un fotograma congelado, un epígrafe, una voz en off, un cambio del blanco y negro al color o una alteración de la proporción de la pantalla”.

La flamante obra de Anderson, que llegará a las salas de los Estados Unidos y el Reino Unido el 22 de octubre, se esperaba mucho antes que en Cannes: la pandemia de COVID-19 demoró su estreno. Pero, según IndieWire, los fieles al director no han tenido problema en esperarlo: “Para los amantes del cine independiente, una nueva película de Wes Anderson conlleva toda la expectativa que una de Marvel tiene para los fans de los comics”.

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