La absurda muerte de Paul Walker: el fallido reencuentro con su hija y la promesa eterna de Vin Diesel

Empezó como modelo aunque lo detestaba: necesitaba el dinero para estudiar en la universidad

Y se recibió de estrella de Hollywood cuando renegaba de la fama. La pasión por los autos lo llevó a la gloria y lo empujó a la tragedia.

Aquí, la vida cargada de contradicciones del protagonista de la histórica saga Rápido y Furioso

Saltó a la fama luego de interpretar a Brian O’Conner, emblemático personaje de Rápido y furioso. Su excelente labor le valió que se alzara con diferentes premios y que se convirtiera en una verdadera estrella de Hollywood. Sin bien venía con una trayectoria sobre sus espaldas, Paul Walker sacó a relucir todo su carisma en las diferentes películas de acción, con autos potentes como plato principal, que realizó junto a su colega y amigo Vin Diesel.

La adrenalina que le provocaba subirse a un coche, adaptarlo a su gusto y manejar a alta velocidad, no lo comparaba con ninguna otra cosa. Lo apasionaba. Sin ir más lejos, no usaba doble de riesgo para las escenas complejas. Ser parte de las tomas arriesgadas le provocó que en la sexta entrega de la saga se rompiera los ligamentos cruzados.

Así quedó el auto en el que perdió la vida el 30 de noviembre de 2013

En la mejor etapa de su vida, si nos enfocamos en lo profesional, encontró la muerte abruptamente, el 30 de noviembre de 2013. Tenía 40 años. Por esas cosas del destino, sucedió por un accidente de tránsito. Una de las maquinas de cuatro ruedas que tanto amaba, y a las que les dedicaba gran parte de su tiempo, le jugó una mala pasada. En la madrugada de aquel día, el Porsche rojo que manejaba el piloto Roger Rodas, amigo suyo, chocó contra un poste de luz y luego contra un árbol. Las llamas se apoderaron de la escena. Paul viajaba en el asiento del acompañante. Cuando los bomberos llegaron al lugar, no pudieron hacer nada.

Su partida causó una gran desazón entre sus colegas, familiares y admiradores. Quien vivió este tormento fue Meadow, su hija. Inmediatamente, junto a sus abogados, abrió una investigación para determinar de las causas del accidente. En su momento se habló de desperfectos mecánicos. Un año más tarde la Justicia determinó que no sucedió lo que se estimaba: lo que ocurrió se debió a que el impacto fue a más de 150 kilómetros por hora, cuando la velocidad máxima permitida en ese lugar, precisada en los carteles de tránsito, era de 70.

Meadow siguió adelante intentando saber la verdad, y en el 2017 llegó a un acuerdo con la automotriz alemana. De acuerdo a la empresa, técnicamente era imposible que se destruyera la cabina del auto, como pasó. En pleno litigio, el arreglo económico ascendió a los 10 millones de dólares.

Vivir rápido, morir joven

Walker nació el 12 de septiembre de 1973 en California, pero vivió casi toda su vida en Los Ángeles. Puntualmente desde 1991, cuando luego de terminar sus estudios en una escuela cristiana se mudó para continuar camino en la universidad. En su infancia nunca se dio grandes lujos; al contrario. Su mamá, Cheryl, había sido modelo, y su padre, Paul William, boxeador profesional: salió campeón dos veces en la categoría guantes de oro, pero se retiró de la actividad a una corta edad.

En el momento en el que comenzó sus estudios, Paul empezó a trabajar como modelo gracias a la intervención de su madre: hizo algunos anuncios publicitarios. Según recordó en alguna entrevista, modelar no le gustaba demasiado, pero lo hacía porque con ese dinero podía pagar su carrera. De otra manera no lo habría conseguido: sus padres no estaban en una buena posición económica.

Paul Walker y su hija tenían una estrecha relación (Foto: Instagram)

Pasaron los años y Walker se recibió de biólogo marino, profesión que ejerció durante algún tiempo, mientras que a la par empezaba a abrirse camino en lo que más le gustaba: la actuación. Por entonces los papeles eran menores y no muy bien pagos; no le permitían dedicarse por completo a la carrera artística. Pero, como en su vida, nunca bajó los brazos. Siempre siguió luchando e intentando hacer realidad su sueño más profundo.

Su primera experiencia en cine le llegó mucho antes de los años universitarios: tuvo un papel secundario en la película El monstruo del armario con solo 13 años, en 1986. Siguió trabajando, pero recién con el inicio del siglo XXI su nombre cobró otro sentido para la industria del cine. Con su papel en Frecuencia mortal, en 2000, y más tarde en Azul extremo y Rescate en la Antártida cobró un vuelo que le permitió instalarse en el medio como una estrella más. Sin embargo, lo que le permitió llegar a la meca de la industria del espectáculo fue la primera entrega de Rápido y furioso, en el 2001.

Fue parte de la saga hasta la séptima entrega, la que estaba filmando cuando se murió. Como el rodaje estaba inconcluso, y los productores convocaron a Cody, su hermano, para que lo reemplazara en algunas escenas. Gracias a su parecido físico continuó con su papel. Fueron días de angustia y desolación. Los ánimos no eran los mejores, pero se propusieron finalizar el filme para rendirle una suerte de homenaje. Y no resignar los millones de dólares invertidos.

En Rápido y furioso, Paul reunió sus dos pasiones: la actuación y los autos. No era un simple fanático, sino un entendido en la materia. Siempre renegó de la fama, pero a su vez, disfrutaba del dinero gastándolo en autos. También en viajes alrededor del mundo con su hija.

Llegó a ser piloto profesional y hasta integró una firma -AE Performance- que se dedica a la modificación de automóviles y manufacturaba piezas de alto rendimiento para motores. En rigor, Walker era el dueño, pero trabajaba a la par de sus empleados cuando estaba lejos del set de filmación. Un todoterreno que nunca se creyó el papel de celebridad.

En los tiempos libres, si no estaba en su empresa, su lugar en el mundo era el taller mecánico de un amigo de toda su vida. Disfrutaba a más no poder desarmar motores y engrasarse. Una de sus frases favoritas era: “Todo el tiempo pienso en casarme, sé que en algún momento tengo que hacerlo… Pero también pienso mucho en mis autos y eso me hace dudar”.

La pasión por los coches la heredó de su abuelo, que también fue piloto. Con la popularidad y una cuenta bancaria que fue en aumento, Paul se convirtió en coleccionista; tenía más de 30 autos, todos deportivos. Una Ferrari 360, varios BMW, un Toyota Supra, un Nissan Skyline, entre otros. La joya de su cochera era el Porsche Carrera GT: en esa maquina perdió su vida. También tenía algunas motos; con una de ellas había tenido un grave accidente del que pudo recuperarse, en el 2008.

Otras de las curiosidades que nos lleva a la época en la que aun no estaba definido qué le iba a deparar el destino nos traslada a fines de los 80. En aquellos años se quiso inscribir en el Ejército de los Estados Unidos; no ingresó. Según contó en alguna ocasión, su objetivo era ser parte de la Guerra del Golfo, que comenzó en agosto de 1990 y terminó un año o más tarde.

En el 2010 estuvo en Chile, justo cuando que el país transandino fue vapuleado por un terremoto. Walker no dudó en subirse a un avión para colaborar, fue uno más a la hora de ponerse a disposición de quienes más sufrieron el sismo. En agradecimiento, luego de su fallecimiento, el alcalde de Pelluhue propuso ponerle su nombre a una de las calle del pueblo en el que estuvo poniendo el hombro. Por lo que había hecho tres años antes, el pedido no tuvo objeciones.

Otro de los actos que se le conoció fue en el 2004, cuando viajó a Sri Lanka luego de uno de los Tsunami más devastadores que afrontó el país. Acá también, más allá de su donación económica, estuvo trabajando a la par de los bomberos y asistentes que ayudaron a las víctimas.

Incondicional

“Me gusta mi profesión, pero no me gusta la fama. Me gustaría levantarme un día y ser un desconocido: poder salir con mi hija, ir a una plaza y que no me molesten. Sería algo muy lindo”, contó en una entrevista cuando comenzó a pasar más tiempo con Meadow, fruto de su relación con Rebecca Soteros, con quien nunca convivió, pero siempre mantuvo una buena relación.

La nena vivía con su madre en Hawái hasta que en el 2012 se fue a vivir con su papá a California. Iban juntos a todos lados, también a los estudios de filmación. Meadow disfruta viéndolo en escena.

En lo mejor del reencuentro se produjo el fatal accidente. Meadow tenía 15 años cuando ocurrió. Desde entonces, no ha dejado de recordarlo. En sus redes sociales suele compartir material inédito con sus seguidores. Recibir el cariño de quienes idolatraban a Paul la llena de gratitud.

Una de las últimas fotografías que subió es del 86, en pleno trabajo como actor. Se trata de una imagen de sus inicios en el cine, cuando apenas era un nene. Las postales en las que aparece con su papá son moneda corriente, siempre lo tiene presente. Por lo contrario, no aparece fotos en su Instagram con su mamá.

Cuando Walker falleció, Meadow regresó -por disposición de un juez- a la casa de su madre. Esto generó un gran revuelo: la prensa estadounidense sostuvo que Rebecca no estaba en condiciones de criarla. Hasta llegó a afirmarse que se había mudado con su padre porque su mamá no podía tenerla.

En este sentido, quien sirvió como gran apoyo es Diesel. El actor se propuso estar pendiente de la hija de su gran amigo y así lo está cumpliendo desde que consiguió ser su tutor. Vin y su mujer, la modelo mexicana Paloma Jiménez, son padres de tres hijos y Meadow ya es una hermana más, una integrante que supo adaptarse al nuevo hogar gracias al amor que recibió.

Actualmente, con 22 años, Meadow va por la vida con vuelo propio. Trabaja como modelo y creó la fundación que lleva el nombre de su padre, Paul Walker Foundation. Uno de los propósitos de la ONG es el cuidado de la vida animal y la protección de los océanos, dos de las preocupaciones que tenía el actor.

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