De paso había contado que en el pasado fue modelo y conocía a Hernán Drago y Mario Gerci.
A diferencia de aquellos desafíos que implican destreza, cálculo o carisma, en el juego que le tocó a Bruno todo es cuestión de suerte. Una cuadrícula compuesta por veinte paneles individuales, cada uno esconde un número, y se trata solamente de adivinar si el siguiente será mayor o menor. Aunque explicado así parece sencillo, nadie hasta ahora pudo completar el desafío y alzarse con el premio.
Para cuando comenzó el programa del viernes, Bruno ya había destapado 16 casilleros; es decir, faltaban solamente cuatro. «Tuve que acomodar varios horarios para poder volver», confesó, sincero, el profesional, que tenía 60 mil pesos ya ganados.
«Esto es más duro que patear cuatro penales, porque no sabés dónde está el arquero. Si está jugado a la derecha, a la izquierda, o se queda en el medio parado para que agarres la pelota», analizó Guido Kaczka con su habitual imaginación.
Mientras pasaban los minutos, y el conductor le sacaba charla sobre la profesión, el médico respiraba hondo, se notaba que lo único que quería era girar los paneles restantes y saber si iba a perder en la recta final o salir campeón. Desde la casa, esposa y tres hijos esperaban el resultado: «Mi familia está contenta y está nerviosa». Él también lo estaba.
Bruno decidió ir en contra de las opciones lógicas, de menor a menor, y nuevamente menor. Y así, con el programa ya fuera de horario, el último panel entregó por primera vez el codiciado medio millón de pesos, que se sumó a los 60 mil ya ganados. «No tengo palabras», dijo entre lágrimas. Y fue el mismo sentimiento de todos.
