El Chupetómetro, la creación de Carlitos Balá que acompañó el paso a la niñez de miles de argentinos

El artista ayudó a que varias generaciones pudieran dejar uno de sus objetos más preciados con alegría. Antes de hacerlo, el actor fallecido el jueves por la noche, había consultado con pediatras y especialistas
El Chupetómetro, una de las geniales creaciones de Carlitos Balá

Dejar el “chupe”, “pupe”, “pete” o como cada uno pueda decirle es despedirse de una época y puede no ser fácil.

Hace cuatro décadas, Carlitos Balá encontró la forma de acompañar con amor y con alegría a los bebés-niños en el proceso: ¡Gracias Chupetómetro!

En cada show, Carlitos quien falleció el jueves por la noche, con ayuda de una secretaria le pedía a todos los chicos presentes que dejaran su chupete (o mamadera llegado el caso) en una canasta para despedirse de él. Luego, depositaba uno por uno los objetos recolectados en un gran cilindro transparente en el escenario que tenía unos dos metros de altura, incluso para poner los chupetes ahí él tenía que subirse a una escalerita.

En diálogo con Diario el Cuyo hace siete años contó que lo idearon junto con su productor D’ Alessandro y que no se trató solo de un sketch, sino que habían hablado previamente con profesionales sobre el tema: “Averiguamos con los pediatras cómo influía el uso del chupete en la boca y nos dijeron que después de los 2 años tenían que dejarlo porque deforma el paladar. Y así fue que empezamos con una canastita donde los chicos iban dejando sus chupetes. Pero eran tantos que hicimos unos tubos enormes que instalamos en ATC, en el circo y en el teatro”.

Años después de dejar el chupete, muchos adultos lo saludaban a contarle la anécdota: “No te imaginás todos los que se acercan y me dicen que me mandaron el chupete. Una vez Martín Bossi, el imitador, me contó que fue con su papá, que lo alzó para que me entregara el chupete y yo le di un beso. Como él hay muchos, pero muchos de verdad”.

Sería imposible contar la cantidad de niños, hoy adultos que dejaron el chupete o la mamadera gracias a Carlitos, lo cierto es que se trataba de una relación de amor recíproca, ya que los chicos le daban uno de sus objetos más preciados a aquel hombre que con frases como “un kilo y dos pancitos” o “¿Qué gusto tiene la sal?” les sacaba una sonrisa y los acompañaba en la transición.

¿Quién por ejemplo no dejó su chupete gracias a él? “El colmo de tener de abuelo a Carlitos Balá… ¡nunca usé chupete!”, contó hace unos años Laura Gelfi, su nieta, quien esta mañana confirmó la triste noticia de la partida de su abuelo.

El Chupetómetro nació en El show de Carlitos Balá, el ciclo que hizo desde 1979 hasta 1990 en los antiguos ATC y Canal 2. En el 2009 en un gesto más que generoso de su parte, el artista le cedió el cilindro a Julián Weich que en su programa Justo a Tiempo invitaba a los chicos a deshacerse del chupete.

Años más tarde, al compartir las tablas con Panam, los chicos también tuvieron su espacio para dejar el chupete, lo mismo hizo cuando dio shows con Piñón Fijo, uniendo dos generaciones: los papás que dejaron su preciado objeto con Balá y los niños, con Laura Franco o Fabián Gómez.

Aunque no estaba en televisión, en el living de su casa en Recoleta tenía un Chupetómetro que seguía alimentando con chupetes de conocidos que le llegaban.

“La imagen más joven que tengo de él fue a mis seis años. Veraneábamos en Mar del Plata, Carlitos salía del Hermitage, o de un teatro, y mi papá me tenía sobre sus hombros. Le toqué el pelo. No me olvido más la textura del pelo de Carlitos, lacio, cierta electricidad. Me quedé mirándolo y se lo llevaron en un auto. Después entendí que ese al que toqué era real, el mismo al que miraba en la tele”, contó admirado Martín Bossi quien muchos años después se reecontró con el ídolo: “En 2011 me llamó su mujer y me dijo que Carlitos me admiraba. Tuve el gusto de conocerlo. Fue como unir al chico de seis años y al de 40, ya sin mi papá. Pude merendar con él, contarle lo que me inspiraba. En el teatro le hice un homenaje. Solo escuchar el ‘aquí llegó Balá’ me lleva a un lugar muy puro, de un mundo que ya no es. Está a la altura de Jim Carrey y Jerry Lewis, sin exagerar. Es un ángel que deja por donde anda algo muy puro”.

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