Dos mujeres descubrieron que fueron cambiadas al nacer hace más de cincuenta años

Tina Ennis y Jill López, ahora de 57 años, decidieron demandar al Hospital de Oklahoma que causó la confusión y las hizo vivir en la familia equivocada

En un hospital de Oklahoma (EEUU) en el año 1964 dos bebés fueron cambiadas al nacer y fueron criadas por más de 50 años por familias que no eran las suyas, por lo menos no desde un punto de vista biológico.

Tina Ennis y Jill López, ambas de 57 años, nacieron en el hospital Duncan Physicians and Surgeons el 18 de mayo de 1865 y pasaron 55 años sin tener conciencia de la existencia de la otra, hasta que una serie de pruebas de ADN cruzadas y las redes sociales, las hizo encontrarse. Ahora las mujeres demandan al hospital que las intercambió y cuentan su historia y las de sus familias.

“Fue como si alguien me hubiera arrancado una parte del corazón”, afirmó Kathryn Jones, madre de crianza de Ennis, en una entrevista al Daily Beast.

Ella recuerda el día de 2019 en el que se enteró de que la hija que había amado como propia no era realmente la que dio a luz hace tantos años.

“Simplemente no podía lidiar con eso”, agregó.

La noticia llegó para esa familia en el verano de 2019, cuando Ennis y su hija, que ahora tiene 26 años, decidieron hacerse una prueba de ADN para rastrear a sus antepasados. Cuando tenía dos años, el marido de Jones y supuesto padre biológico de Ennis, la abandonó y su madre se volvió a casar. Ella, la madre de Ennis, también había sufrido el abandono de su padre a muy temprana edad así que cuando la hija de Ennis quiso conocer más de sus ancestros la madre no dudó en acudir a Ancentry.com para complacerla.

Los resultados fueron desconcertantes, alguien llamado Brister dominaba su árbol genealógico. Ella no lo conocía, y cuando le preguntó a su madre la duda creció. Tanta era la intriga que Jones decidió hacerse otra prueba de ADN y para su sorpresa ni su hina Ennis ni su nieta aparecieron en su árbol genealógico.

Creyendo que se trataba de un error Ennis se comunicó con Ancestry.com. pero ellos le dijeron que la prueba era real y le plantearon la posibilidad de que hubiera sido cambiada al nacer por el personal del hospital.

La hija de Ennis se convenció de que de alguna manera la habían cambiado al nacer, pero Ennis no estaba segura. A través de un poco de investigación en línea, su hija localizó a una mujer local que nació el mismo día que Ennis y que se parecía mucho a Jones. Convenció a Ennis para que le enviara un mensaje de Facebook a la mujer.

La mujer al otro lado del mensaje, Jill López, no creía que Ennis estuviera loca, aunque su esposo sospechaba que podría ser una estafadora. Lopez fue criada en una zona rural de Oklahoma por Joyce y John Brister, una madre ama de casa y un padre que trabajaba en el negocio del petróleo.

López también accedió a hacerse una prueba de ADN y los resultados llegaron más rápido de lo que ambos esperaban. Llamó a Ennis el día que llegaron para darle la noticia, pero no era necesario. Ennis ya había visto la alerta en la cuenta de correo electrónico de su madre, diciéndole que tenía una nueva conexión familiar: López. Fue entonces cuando Ennis se dio cuenta de que esperaba que nada de esto fuera cierto. “Mi corazón simplemente se hundió en ese momento”, recordó, “porque yo estaba como: ‘Esto es real’”.

Ennis no quería decirle a Jones lo que había descubierto hasta que estuviera absolutamente segura, pero después de reunirse con López en un restaurante local y hablar durante varias horas, supo que no podía negarlo. Organizó una reunión con su madre y sus dos hermanos para dar la noticia.

Al principio, admite Jones, se resistió a la información, diciéndole a Ennis una y otra vez que tenía que ser su hija. Pero cuando le mostraron una foto de López, dijo, lo primero que pensó fue: “¿Dónde estaba yo cuando la tomaron?”. y “No recuerdo esa ropa”.

“Porque en realidad se parecía a mí”, agregó Jones. “Y me devastó”.

Y no fue la única devastada, pues los resultados trastocaron la vida de las tres mujeres y de sus familias. Jones dice que la atormentan los cumpleaños, Navidades, graduaciones y bodas que se perdió de su hija biológica, pero también teme perder a Ennis, a quien crió toda su vida, y a sus nietos, que tampoco estarían atados a ella por la biología.

“Sentí que estaba perdiendo a mi hija y a mis nietos también”, dijo.

Mientras tanto, Ennis ha tenido que lidiar con otro dolor propio. Sus padres biológicos, los Brister, murieron hace muchos años, antes de que tuviera la oportunidad de conocerlos. La familia de López le ha enviado fotos y le ha contado historias, pero no es lo mismo. A veces, cuando se pone a pensar en ello, es difícil no sentir un poco de celos. “Jill llegó a estar con mis verdaderos padres, y ahora puede estar con mis padres con los que crecí”, dijo. “No sabía qué pensar al principio, pero cuanto más lo pienso, me entristece mucho”.

Ahora las mujeres tratan de estrechar lazos y acercar a sus familias. También decidieron demandar al hospital que las cambió, por negligencia, imprudencia y determinación de angustia emocional.

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