Lo que viene: sacar capas del cepo, el porqué de la suba del dólar y qué le ofrecerán a los bancos

No se devaluará, el crawling peg está firme en el 2% y se mantendrá el dólar blend. La tríada cambiaria, apoyada en el equilibrio fiscal, se sostendrá. También, por ahora, el cepo.

En el Banco Central (BCRA) afirman que todavía los dólares deben resguardarse para el comercio y no para la gente, que puede ir al financiero. La etapa ahora -entre equilibrar las cuentas y sacar el cepo- es la número dos: sacar pesos de la economía.

En la entidad monetaria, sin embargo, trabajan en una eliminación silenciosa -capa a capa- de las decenas de normas que componen las restricciones de capital que afectan la economía. Ayer, por caso, comenzaron a liberar la posibilidad de pagar los intereses intercompany (una versión menor de la distribución de dividendos). Hubo otra norma además para mejorar la transmisión de la tasa de las Lecap a la de los plazos fijos.

En el BCRA no creen que la baja de tasas de referencia -negativa porque la llevaron de un mazazo al 40%- haya marcado el inicio de la volatilidad cambiaria. Estiman, en cambio, que fueron algunas señales políticas las que encendieron las alarmas con el dólar en las últimas semanas: particularmente, las mayorías que se construyeron en la oposición en torno a la fórmula para calcular los haberes de los jubilados.

El Gobierno publicará en los próximos días un decreto en el Boletín Oficial para dar el marco normativo a lo que será el canje de deuda entre la entidad monetaria y el Tesoro. Fue lo que anunciaron el presidente del BCRA, Santiago Bausili, y el ministro de Economía, Luis Caputo, el viernes pasado. La letra que quedará en el Central ya tiene nombre: se llamará Letra Fiscal de Liquidez. Luego vendrá el canje y una norma del BCRA en la que explicará el funcionamiento. El arranque, para dar previsibilidad, se discutirá con los bancos.

¿Qué detalles pueden adelantarse? Las letras serán canjeadas por bonos CER 2025, 2026, 2027, entre otros, que el BCRA tiene en su cartera. A partir de ese momento, las letras podrán ser vendidas a los bancos para que estacionen su liquidez. Ya no se usarán los pases, aunque las letras funcionarían de la misma manera, aclaran. Van a tener de uno a dos años de vencimiento, pero vuelven a remarcar: “Eso no importa, porque me la comprás, vos banco, y te la compro de nuevo cuando vos quieras. Entonces, para los bancos sigue siendo algo que es de un día de riesgo máximo si quieren. O sea, es como un pase”.

En el BCRA dicen que el impacto para el Tesoro de esta absorción de deuda será “ínfimo” y que será transparente a la hora de la comunicación en el resultado fiscal. Sobre los puts (seguros de liquidez en manos de los bancos) afirmaron que están trabajando con las entidades en una solución. No dieron precisiones.
Una segunda etapa

En el BCRA señalan que la segunda etapa del plan económico se enfocará en cristalizar los fundamentals (déficit cero y emisión cero). “El peso se va a transformar en un bien escaso”, prometen. Pero también en repensar cómo funciona el sistema bancario, desde lo regulatorio, la liquidez y la perspectiva del crédito.

Los expertos de la entidad señalan con satisfacción que, eliminados topes los máximos y mínimos, las tasas de interés de los bancos no convergen a cero (lo que podría haber pasado con cepo y emisión desbocada), sino que está convergiendo a la tasa de política monetaria, pero admiten que no se está transmitiendo bien todavía a los plazos fijos. Sin embargo, anticipan: “Esta semana empezaron a subir las tasas de los plazos fijos y nosotros no subimos las tasas”. La interpretación es que los bancos comenzaron a competir para captar pesos. “Eso no pasaba en el país hace muchos años, porque a todos les sobraban los pesos”, explican.

“La inflación sigue bajando y la tasa pareciera que llega a su piso y empieza a subir, entonces se están tocando. ¿Están ahí? Están ahí”, confían cerca del presidente de la entidad monetaria.

Para el Banco Central, “la tasa de inflación se ha colapsado”. Allí remarcan la idea de que siempre el IPC fue por debajo de lo anticipado por el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) y que la política de tasas siguió ese camino por la cuestión estructural que implicaba desarmar “la bola” de pasivos remunerados (Leliq, pases), un problema que generaba expectativas negativas a futuro. “La tendencia subyacente (de la inflación), que es lo que te da un poco la marca de la inercia que hay, sigue bajando y seguirá bajando esa tasa núcleo en los datos de junio y de julio”, adelantaron desde la entidad monetaria a LA NACION.

Las fuentes del BCRA entienden que la ansiedad es cambiaria. La volatilidad de los últimos días la explican por la tarea a medio hacer aun y por la inestabilidad política. Enumeran que se empezó a trabar la Ley Bases, que el mercado buscaba señales de gobernabilidad, que nadie aceptaba el Pacto de Mayo y que no se encontraban “efectos desestabilizadores” para un plan que funcionaba en el mercado financiero. “En junio se les dio. Metieron una bala y estaba todo a punto caramelo para que haya algo de volatilidad (con bonos cotizando a US$60 todavía, o sea, a medio camino)”, interpretan. Refuerzan que lo que movió el barco no fue tanto el proyecto de movilidad en sí (que puedan incidir en lo fiscal), sino la mayoría lograda. “Fue la amenaza de que te puedo sacar”, explicaron. Se trató de un nuevo equilibrio en las posiciones de negociación que no existían.

¿No puede haber impactado la baja compra de reservas o el agotamiento del crawl al 2% con un mercado que ya piensa en el atraso? En la entidad sostienen al crawl como una señal para frenar la inercia. Es la manera, explican, de alimentar el freno de la nominalidad. “Se busca que haya un chivo expiatorio en un tipo de cambio y ahí lo que te están diciendo es que tu salario en dólares es muy alto”, explican sobre los rumores de devaluación, que niegan, a pesar de que entienden los miedos por el “instinto de supervivencia” argentino.

Sobre las compras de reservas, que fueron negativas en junio, dan una explicación. Más allá de lo acumulado hasta ahora -dentro de lo trazado como proyección incluso con el Fondo Monetario Internacional (FMI)-, los productores están casi un 10% abajo de la venta histórica de su cosecha, pero creen que es una buena cosecha y que, tarde o temprano, se tiene que liquidar para pensar en la próxima campaña. “Las exportaciones son inelásticas”, explican.

Por otro lado, niegan que hayan perdido dólares por el blend (liquidación al 80% en el oficial y 20% en el CCL), ya que consideran que muchos importadores eligen ir al CCL -pierden acceso al MULC por 90 días- porque su negocio no acepta la calendarización de importaciones. Esto implica que si se eliminara el blend, estos volverían al MULC, ya que el CCL perdería oferta y subiría. Por otra parte, suman además otro detalle: afirman que los exportadores de granos estuvieron en los últimos meses cancelando deuda (los dólares exportados se liquidan o sea usan para liquidar pasivos, según la norma) que se habían generado con el apalancamiento que permitió el dólar soja que lanzó el gobierno pasado (la deuda llegaba a US$8000 millones). “En lugar de liquidarnos los dólares a nosotros, están cancelando deuda. Ya no les queda mucha más deuda para cancelar”, estiman. “El campo viene haciendo sus ventas, pero sí, desde el punto de vista financiero, repagó el stock. No es que somos menos competitivos”, agregaron sobre el tipo de cambio.

En el BCRA estiman además que antes de fin de año podría haber un acuerdo con el FMI por un nuevo programa. No dieron detalles de si llegarán o no fondos frescos, pero no hay apuro. Se están conversando los detalles y el foco estará puesto, indicaron, en las políticas de crecimiento.

Mientras tanto, la apuesta está en fortalecer el ancla fiscal y en dejar de emitir: esos serán los fundamentals a consolidar mientras -dicen- la demanda de dinero crece entre los argentinos -y no la emisión monetaria, como circuló en estos días-. La apuesta del equipo económico es que los pesos se conviertan en un bien escaso.
Francisco Jueguen

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