River y Boca, listos para la nueva edición del superclásico que apasiona a la Argentina

Los dos gigantes del fútbol argentino se vuelven a encontrar este domingo, a partir de las 17 horas, en el Monumental.
River-Boca, el superclásico
Una vez más el clásico que apasiona: River y Boca hoy en el Monumental

En una sociedad marcada por divisiones persistentes, que un partido de fútbol genere pasiones desbordadas merece una reflexión. River-Boca es un clásico. Probablemente uno de los más importantes del mundo. Siempre está en juego mucho más que tres puntos: River está un poco mejor, Boca un poco peor, pero nada es determinante.

Sin embargo, es solo un encuentro. La vida – la política, la economía, la sociedad en su conjunto – tiene demasiadas preocupaciones pendientes que van más allá de un resultado deportivo. Por lo tanto, los protagonistas hicieron bien en moderar sus declaraciones antes de la gran cita que conmueve corazones este domingo, a partir de las 17 horas, en el Monumental.

«Queremos un clásico en paz, que se viva de la mejor manera. Obviamente sabemos que somos locales, daremos lo mejor con nuestra gente y queremos eso: un clásico en paz. Ojalá podamos brindarle un buen espectáculo a los hinchas de River que estarán en la cancha y a los que lo verán por televisión», declaró Franco Armani.

«Tenemos muchos jugadores que ya han vivido este tipo de partidos, como el superclásico. Sabemos que también hay otros que jugarán este partido por primera vez y les decimos que disfruten cada día porque no se da siempre esta oportunidad. Ellos tendrán la oportunidad de jugar su primer clásico, algo único en sus vidas», reflexionó el nuevo capitán del equipo. «Como capitán, hablo con todos mis compañeros, al igual que otros jugadores con experiencia, quienes sabemos lo que significa vestir esta camiseta durante tantos años. Lo principal es mantenerse alejados de las redes sociales y los medios de comunicación. Hay que dejar todo eso de lado», agregó.

Nicolás Figal, defensor de Boca, expresó exactamente el mismo deseo: «Esperamos jugar los dos un buen partido y que se viva en paz». Y fue más allá: «Coincido con Franco, hay que apartarse de las redes sociales. Les pedimos que controlen la ansiedad, que disfruten de la semana y que una vez que pase el partido, todo vuelva a la normalidad. Tenemos que ganar para disfrutar».

Esta paz que sugieren los protagonistas debería reflejarse también en el campo de juego, aunque rara vez sucede así. El presente no es determinante, aunque podría ser un indicio para el futuro: River se encuentra segundo en la Zona A, mientras que Boca tiene seis equipos por encima de ellos en la Zona B, con una necesidad urgente de sumar puntos y en un grupo que, en la práctica, parece más complicado. Sin embargo, ningún equipo corre grandes riesgos ante una derrota en este momento de la temporada, donde el impulso de la victoria supera el impacto de una derrota.

Martín Demichelis, a pesar de algunos cuestionamientos en las redes sociales, se siente seguro. Ganó los dos clásicos del 2023 (1-0 y 2-0), se consagró campeón de la Liga Profesional y sumó una estrella en una definición ante Rosario Central. Ha superado la tormenta provocada por la salida de Enzo Pérez y ahora debe encontrar cómo lidiar con la ausencia de Miguel Borja, el máximo goleador del torneo con 6 tantos. Perder ante Boca siempre es un revés, especialmente después de dos empates consecutivos en la competición. Sin embargo, su puesto no está en juego, ni la clasificación para la fase final de la Copa de la Liga, ya que el verdadero año comienza con la Copa Libertadores. Ganar sería un logro importante: tres de tres podría convertirse en un acontecimiento histórico.

Si logra otro triunfo, igualará la marca de Héctor Veira y José Eulogio Urriolabeitia. Urriolabeitia celebró victorias en los tres clásicos. En el Nacional de 1972, el recordado 5-4 en la cancha de Vélez; luego, la semifinal que ganó River por 3-2 y un 2-1 en el Metropolitano de 1973, en la primera fecha. Por su parte, El Bambino, entre 1984 y 1986, ganó los primeros tres clásicos: un 4-1, un 1-0 (con el golazo de Montenegro) y el histórico 2-0 en la Bombonera con la pelota naranja, con goles de Beto Alonso y la vuelta olímpica.

Diego Martínez está evaluando el momento de Boca, a pesar de su experiencia previa en las divisiones juveniles del club. Tiene buenas intenciones, pero el equipo aún no logra encontrar el equilibrio entre lucidez y errores que caracterizó gran parte del ciclo anterior. Sin Pol Fernández, el motor del equipo, hace tiempo sin Rojo, extraña a Barco y falta cierta armonía en general. Graduarse como entrenador xeneize significa superar un examen en el Monumental. ¿Qué mejor manera de afirmarse después de una serie de tropiezos en el juego y los resultados? Sería un impulso vital en el camino hacia la Copa Sudamericana, el objetivo principal en el horizonte. Perder con River significaría más que una simple derrota: tendrían que enfrentarse al día siguiente sin argumentos sólidos en su historial reciente.

En medio de todo esto, hay dos jugadores que captarán la atención. Incluso si, por circunstancias del destino, no son titulares. Claudio Echeverri podría disputar el único clásico de su carrera profesional. Es un talento excepcional, tiene 20 años y su mente está dividida entre el Monumental y el Manchester City de Pep Guardiola. Debe convertir los murmullos en una actuación estelar con las mismas habilidades que siempre ha demostrado: nada fuera de lo común. Tiene la inteligencia y la destreza para hacerlo. Ya ha demostrado, en otros escenarios, que está a la altura de los grandes desafíos. Este podría ser su gran momento, la consagración definitiva de otro producto del semillero, a pesar de su repentina venta y los millones en juego.

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