El equipo inglés mostró superioridad ante los poderosos All Blacks desde el propio inicio del partido: consiguió el primer try a los dos minutos de juego de la mano del centro Manu Tuilagi, a lo que sumó la conversión del capitán Owen Farrell. El apertura George Ford sumó un penal justo antes del descanso.
En el segundo tiempo, Ford se convirtió en la vía anotadora inglesa: marcó tres penales para ampliar la ventaja. Con buen dominio de la zona media de la cancha, el conjunto inglés sólo cometió un error, que permitió al tercera línea neozelandés Ardie Savea achicar la diferencia mediante un try.
«Tuvimos que ir a buscar muy lejos esta victoria», contó con una sonrisa Eddie Jones, el entrenador de Inglaterra. «Sabíamos que había que ser dominantes en la línea frontal, no darles tiempo ni espacio. Lo conseguimos: eso provocó varios errores de su parte y nos dio rebotes favorables», agregó.
«De hecho, nuestro mejor ataque fue la defensa. Generamos oportunidades a través de nuestra defensa para atacar», amplió. «Estoy muy contento por los jugadores. Trabajaron realmente duro para llegar donde están», cerró.
«Inglaterra hizo un enorme partido y lo ganó en forma merecida. No se les debe dejar nada porque toman todo (lo que se les da). Y, de hecho, en eso consiste el rugby», admitió Steve Hansen, entrenador de los All Blacks.
De esta forma, Inglaterra se convirtió en el primer finalista del certamen. Su rival saldrá del partido que jugarán mañana, desde las 6 de la Argentina, la sorprendente Gales y Sudáfrica.
Los ingleses solo cometieron un error, que permitió al tercera línea neozelandés Ardie Savea lograr el try del honor (57).
Inglaterra logró el campeonato del mundo en 2003, al vencer 20-17 en la final al local Australia. Su última participación en un juego decisivo había sido en 2007: en esa oportunidad cayó 15-6 ante Sudáfrica.
