Copa Argentina: Temperley eliminó a River en los penales luego de empatarle sobre la hora

Justo cuando venía de tres victorias al hilo sin recibir goles, ya clasificado al Mundial de Clubes 2025, en los octavos de la Libertadores y en la punta de la Liga, volvió a mostrar una debilidad que ya es alarmante en los partidos de eliminación directa.

Porque anoche contra Temperley en Mendoza se despidió de la Copa Argentina contra un rival de categoría muy inferior por no liquidarlo ni tomar consciencia que la definición por penales es, literalmente, una condena a la derrota.

Lógicamente, la eliminación generada en primera instancia por el golazo de Fernando Martínez en la última jugada mancha directamente al entrenador de River por el simple hecho de que el villano terminó siendo el defensor que volvió a ser titular nada menos que en reemplazo de Paulo Díaz, el líder y capitán sin cinta de este equipo de mandíbula floja que sigue sin transmitir personalidad ganadora. También, porque la salida de Borja cambió agresividad por pasividad.

El golazo de Barco fue la prueba más fehaciente de que la calidad técnica de los jugadores de River es lo que marca la diferencia incluso a nivel internacional. Pero si esa fórmula no es sustentada por una solidez estructural, principalmente en defensa, termina funcionando como una trampa, mucho más si los delanteros despilfarran situaciones hasta con matices de desidia o -tal vez- exceso de confianza inconsciente, algo que en este nivel y en un club como River no se puede tolerar.

River perdió la mitad del partido por un inicio en modo pausa, trabado, espeso, hasta remolón. Esto, sumado al lógico entusiasmo de Temperley frente a una oportunidad histórica, bloquearon insólitamente al equipo de Demichelis. Porque las inspiraciones de Echeverri se apagaban en los metros finales: por eso casi la clava en el ángulo desde la medialuna en la situación más clara del PT. Porque Nacho aportó pausa y cerebro pero sin ejecuciones precisas (por momentos se nubló en su propio fastidio), Borja quedó demasiado solo, a Colidio le costó encontrar huecos para explotar sus cualidades y tanto Herrera como Casco carecieron de profundidad. Encima, David Martínez definió un rebote debajo del arco de Rago como si fuera un rechazo a la tribuna…

La fricción, seguidilla de faltas y juego largo del equipo de la B Nacional favorecieron el plan del Celeste. Porque Herrera volvió a tener filtraciones con la sociedad Mazur-Mavilla, Casco desprotegió la izquierda en la jugada que Arturia definió torcido y González Pirez casi pierde una pelota (o comete penal) a metros del Pulpo en una desprolija salida del fondo y sobre el final soltó nada menos que a Martínez en la acción del empate.

River padeció una vez más el karma de no imponer la diferencia de categoría contra adversarios muy inferiores que le embarran la cancha y le cierran los caminos por los que suelen penetrar el Diablito, Colidio y Borja. River, además, colabora repitiendo faltas cercanas al área y perdiendo los duelos hasta en los laterales, aspectos que equilibran fuerzas y se transforman en un altísimo riesgo.

Este golpazo es incluso peor a la eliminación en octavos de la Libertadores 2023 y ante Boca en la Copa de la Liga. Y es la señal más clara de que River necesita refuerzos de jerarquía para revertir este triste camino.

Por: Martín Blotto

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