Educación

El padre indignado por los paros en las escuelas y su respuesta a Agustín Rossi

“Esto no puede seguir, porque están arruinando la educación pública”, dijo Guillermo Sierra frente al Consejo Escolar de Bahía Blanca. Lo que motivó la reacción de Agustín Rossi, Jefe de Gabinete de Ministros y precandidato a vicepresidente por Unión por la Patria

Durante una reunión del Consejo Escolar de Bahía Blanca, las palabras de Guillermo Román Sierra en contra de los paros en las escuelas hizo que las redes sociales estallaran y hasta un candidato a vicepresidente le respondió

El martes 27 último, indignado por la enorme cantidad de paros de docentes y auxiliares, Guillermo Román Sierra (48) se presentó junto a un grupo de padres ante el Consejo Escolar de Bahía Blanca. Hasta entonces, durante todo el mes de junio, sus hijos habían tenido apenas 10 días de clases. La gota que rebasó el vaso fue una nueva huelga: ese día los auxiliares de ATE no se presentaron a trabajar para celebrar el “Día del Trabajador Estatal”.

Fue entonces cuando Sierra hizo su descargo, espontáneo, de poco más de dos minutos, que se volvió viral en redes sociales. Algunos de sus frases destacadas:

  • “Igualdad no es hablar con la x, es que mi hijo tenga clases todo el año. Y que los de las escuelas estatales tengan los mismos días de clases que los de las privadas”.
  • “¡No es para aplaudir, es para llorar! Yo estoy pagando la Inmaculada (escuela privada de Bahía Blanca) para que mi hijo menor vaya a la escuela, no para que le enseñen cuatro idiomas. Estoy pagando para que tenga clases, señora”.
  • “El director de la escuela me dijo: ´¿El año que viene te pensás que no va a haber paros con un cambio de gobierno? ¿Qué podemos hacer? Somos rehenes hoy de peronistas, mañana, de radicales, de ATE”.
  • “¿No pueden tomar otra medida de fuerza? Les dije: ´Vamos todos juntos a la plaza, sin cortar la calle, sin ninguna bandería política, sin ningún bombo. Pero no se caguen tanto en mis hijos”
  • “Esto no puede seguir, porque están arruinando la educación pública”.

Desde aquél día, hace apenas una semana, Guillermo Sierra vive en una vorágine que nunca imaginó. Un político local lo tentó para que se sume a su equipo y, desde la Casa Rosada, Agustín Rossi le salió al cruce. “Ahora que tuve mis dos minutos de fama me mandan cosas de todos lados del país. Siento responsabilidad, aunque me estresa un poco”, dice antes de comenzar la entrevista con LA NACION.

-Guillermo, ¿cómo llegó a la reunión aquel día?

-Antes de la reunión del Consejo Escolar los padres veníamos haciendo reclamos en los colegios de nuestros hijos. La noche anterior me llegó por WhatsApp la convocatoria de los padres de distintas escuelas a una reunión en el Consejo Escolar. Un grupo de madres proponía que cuando los trabajadores de ATE -que son los auxiliares- hicieran paro, se les permitiera a entrar a las escuelas a limpiar para que los chicos no perdieran el día de clases. ¡Pedían hacer las tareas del auxiliar! Yo estaba de acuerdo, aunque sé que esto es un parche. ¿Cómo hacés con la cantidad de colegios que hay en Bahía Blanca para organizarte sin descuidar tu trabajo? Y cuando fuimos con la propuesta, noté la indiferencia. No puedo aceptar esa falta de empatía.

-¿Qué sintió cuando llegó su turno de hablar?

-Me puse muy nervioso. A veces, para que te escuchen, tenés que levantar un poco la voz porque no era algo organizado y hablábamos todos juntos. Yo empecé a hablar y me fui acelerando, me fue saliendo todo lo que tenía adentro. Por ahí yo soy medio bruto para hablar, pero mínimamente demostrános un poco de interés… Ni siquiera tuvieron esa delicadeza. Percibí una mezcla de la burocracia con la soberbia.

-¿A qué se dedica?

-Soy fletero, presto el servicio de fletes a una empresa de logística. Distribuimos electrodomésticos. Tengo dos hijos. El mayor cursa el tercer año del secundario en un colegio público, mientras que el menor está en tercer grado de la primaria en un colegio de esos que le dicen “semiprivado”, que es un poco más económico que un privado. Estoy separado de las madres de mis hijos, pero los chicos viven conmigo. Soy un padre que estoy muy encima de mis hijos.

-Es decir que en su casa usted puede evaluar la educación estatal y también la privada.

-Sí, al más chico lo cambié este año a la escuela privada por todos los paros que había tenido el año pasado. Además le tuve que poner una maestra particular porque no podía leer ni un comic porque no lo entendía. Yo me pregunto: ¿qué pasa con los que no pueden pagar un colegio privado?

-¿Cómo funciona la educación pública en Bahía Blanca?

-A los paros docentes y de ATE hay que sumarle los feriados y los feriados puentes. También están los días que se rompe algo de infraestructura, que siempre pasa, y por profilaxis no se puede abrir la escuela. Cuando te ponés a contabilizar todo eso, descubrís que siempre, por un motivo o por otro, no hay clases. Hace poco, hubo un fin de semana puente y casualmente el día previo al feriado hicieron paro. No les importa nada, ponen el paro ahí porque hay feriado largo. La impunidad es total.

-Para usted, como padre, ¿qué rol debe tener la Educación en la sociedad?

-La educación es más importante que todo. No hay nada por encima. ¿Cómo salió adelante Alemania después de dos guerras mundiales? ¿Cómo lo hizo Japón con dos bombas atómicas y hasta tsunamis? Nosotros no somos más el país rico que fuimos a comienzos de 1900, hoy el conocimiento es lo que hace rico a un país.

-¿Cómo fue su experiencia en la escuela?

-Yo dejé de estudiar a los 14 años porque me puse a trabajar. Fue en los 90 y muchos compañeros míos dejaban el colegio para empezar a laburar… Y yo, además, era medio atorrante. Creo que lo peor que puede hacer un padre es permitir que un hijo deje la escuela para trabajar porque cuando agarrás tu mango, con el que podés hacer lo que quieras, no volvés más. Mi primer trabajo fue en la construcción, es un trabajo feo, pero me pagaban por quincena. Yo era un pibe y creí que me había mejorado la vida porque de golpe podía comprarme pilcha y discos sin pedirle plata a mi viejo.

-¿Qué le diría a sus hijos si alguno viene con un planteo como el suyo en la adolescencia, con la intención de dejar la escuela?

-No… Cuando nació mi hijo mayor me di cuenta que yo nunca había trabajado en blanco, que no tenía un proyecto de a largo plazo. Entonces leí una historia sumeria que tenía una frase que me quedó grabada: “La fortuna real es el conocimiento”. Por eso, desde ahí les inculqué la importancia de estudiar. Claro que me puede salir el tiro por la culata… Mi hijo mayor quiere estudiar aeronáutica, sueña con ser el primer hombre en Marte. Yo no se si él finalmente va estudiar eso en la facultad u otra cosa, pero como papá sé que todos los padres queremos que nuestros lleguen a Marte, que lleguen lo más alto que puedan llegar en lo que quieran ser.

-¿Cree que la educación que recibe su hijo lo va a ayudar a alcanzar sus metas?

-No, no lo van a poder hacer. Salvo que yo haga el esfuerzo y lo pase al colegio privado del hermano. Y después que también vaya a la universidad privada… Mirá, una vez a mi hijo mayor le dieron un libro que se llama “La planta de Bartolo”. Cuando lo leí, fui a hacer un reclamo al colegio. Básicamente, el libro contaba que Bartolo plantó un cuaderno, del que crecieron muchos cuadernos que él regalaba a todo el mundo. Después aparece una fábrica de cuadernos y Bartolo con sus amigos le hacen un piquete… ¿Qué es eso? El dueño de la fábrica seguro le daba trabajo a mucha gente y lo mismo el transporte para llevar y traer los cuadernos. No existen las cosas gratis, ese veneno que le meten a los pibes en la cabeza es grave.

-Después de su discurso, ¿qué pasó con la reunión del Consejo Escolar?

-El sábado hicimos una juntada, desde el jueves nos estaba siguiendo un candidato a concejal y no me gustó. Por eso yo estoy separado, es decir, hablo por mí y por los que se identifican conmigo. Y hoy fuimos a escuchar cómo se recriminaban entre los sindicatos y la gente del Consejo Escolar… A los padres, los del Consejo, nos trataron como si fuésemos infantes. Empecé hablando yo, pero después me callaron y pidieron que hable poco para que hablen todos, eso me hizo ruido, sentí que me quisieron callar. ¿Para qué era la reunión? Eso fue lo mismo que pregunté cuando llegué. La verdad es que fuimos a nada, dejando de trabajar… un mamarracho. Me dijeron que después de lo que había pasado, las repercusiones, querían una mesa conciliadora para hablar. A mí me parece bien que se toquen estos temas porque hay escuelas que aún tienen letrinas, pero busquemos otra manera de hacer el reclamo. Si el paro no funciona y perjudica a los chicos, entre todos tenemos que encontrar otra solución.

-¿Llegaron a alguna resolución?

-En la reunión les pedí que se comprometieran a no hacer paro durante julio. Este mes empiezan las vacaciones de invierno y son solo 11 días hábiles, pero no quisieron: los sindicatos de docentes dijeron que ellos no podían hacer esa promesa en nombre de sus compañeros, es gracioso porque ellos son los que los representan… ¿o les consultan uno por uno cada vez que hacen paro? Y los de ATE dijeron que no hay paro programado, pero no es lo mismo, porque una cosa es que no haya paro programado y otra, muy distinta, es que se comprometan a no hacer paro. Yo quería un compromiso, una muestra de buena fe, pero al final todo se terminó desmadrando… En el medio están los chicos de rehén.

-Agustín Rossi, el precandidato a vicepresidente por Unión por la Patria dijo que “La educación es uno de los grandes logros de la Argentina”, ¿cómo recibió ese mensaje?

-Para ser sincero, no me sorprende. Vuelvo a lo mismo: sentido común. Él podría haber dicho otra cosa: desde que “hay que evaluar el reclamo” o “hay conflictos sindicales”. Faltan dos meses para las elecciones ¡¿Cómo vas a decir que de la educación argentina no tenemos nada de qué quejarnos?! ¿Comparado con qué? ¡Con Uganda! Una ninguneada. También dijo: “El padre no tiene que hacer nada ahí adentro”… Y tiene razón: ¡yo no tengo que hacer nada ahí adentro si vos hicieras las cosas bien!

-Después de que se viralizó su discurso, ¿lo llamaron políticos?

-Sí, al día siguiente. No es alguien conocido, un salame de acá de Bahía que quería colgarse. Le dije que no podía subirse a nuestra protesta porque la iba a empañar, iba a hacer que la gente creyera que era un tema político. Lo único que pido es un poco de ética, de sentido de moral, no sé cómo explicarlo.

-En las redes y en televisión lo llenaron de elogios. Incluso hay quienes dicen que se necesita más gente como usted para sacar adelante el país.

-Si la gente me sigue o me empieza a querer por lo que dije en dos minutos, estamos jodidos. ¿Por qué dicen eso si no me conocen? ¿Qué saben quién soy? Así se crearon varios monstruos, porque verdades podemos decir todos. Puedo ser el peor tipo del mundo y decir verdades, una cosa no quita la otra. Es como que siempre estamos esperando que venga un salvador, preferimos la fantasía a la realidad.

-¿Qué cree lo diferencia a usted de un político?

-Yo soy un tipo común. La diferencia entre un político y alguien como yo, que no lo soy, es que nosotros hablamos claro. Un político me va hablar de la macroeconómica, de mongo y de Aurelio, me va a querer envolver; pero la realidad es más simple. Cuando uno, en su economía personal, se endeuda con la tarjeta de crédito le dice a su familia ‘aflojemos este mes con los gastos porque hay que pagar la tarjeta de crédito’. Y eso es macroeconomía, aún para un bruto como yo. En nuestro país hay una naturalización de lo que está mal. Hay piquetes y nadie dice nada, aparece uno en la televisión diciendo “hay que terminar con esto” y pienso: bueno, qué estás esperando, terminálo.

-Usted dijo que no cree en lo políticos, pero sí en la política, ¿cómo se explica?

-Mucha gente mira la política de la misma manera que mira el fútbol: sos de Boca y para vos Boca siempre hace las cosas bien, aunque pierda, aunque vaya último. Y el día que gana para vos es el mejor porque ganó, le perdonás todo… en el futbol lo puedo entender, puede comprender ese sentimiento, pero en la política no. No tiene sentido ser fundamentalista de un partido político, eso genera todos estos problemas. A mí se me arrima un político, de cualquier partido, y no le creo, lo miro con recelo. Ahora están en una interna y se están matando en todos los partidos… ¿Qué mensaje dan? ¿Quién es mejor? Mientras se pelean, no hay propuestas.

-Este año hay elecciones, ¿tiene decidido su voto?

-No, eso es lo que más triste me pone. No sé a quien voy a votar pero si sé a quien no voy a votar, eso lo tengo bien en claro. Se entregaron computadoras a chicos de sexto año de secundaria, el último año… qué casualidad, ¡son los que votan! Es obvio, es alevoso, te dan ganas de llorar. Por momentos me pregunto: ¿cómo le cambiamos la vida a un cartonero? La realidad es que es muy difícil, pero hay pensar políticas para ayudar a que los hijos del cartonero progresen, esas son políticas a largo plazo y son las que faltan.
Constanza Bengochea

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