La rebelión de los gobernadores peronistas: cuestionan los errores no forzados y las fallas en la comunicación de la Casa Rosada

Tras la contundente derrota electoral, la mayoría de los mandatarios provinciales siente que el Presidente dejó de hablarle a la sociedad y que se sobreestimó el impacto de la vacunación

Todavía no hay una autocrítica clara en el Frente de Todos. Pasó poco tiempo después de la paliza electoral que sufrió el peronismo este domingo.

 

Por Joaquín Mugica Díaz

Las respuestas que salen desde el corazón del Gobierno tienen más que ver con aceptar la derrota y diseñar con rapidez medidas económicas que puedan empezar a cambiar el humor de la sociedad que con un profundo análisis sobre los motivos que los llevaron a perder en 17 provincias.

No existe hasta el momento un mea culpa sobre la forma en la que el gobierno de Alberto Fernández comunicó en la gestión y en la campaña, las necesidades insatisfechas de la gente que la política no pudo decodificar, y el enojo de buena parte de los votantes que ayer se vio expresado en el revés que recibió el peronismo en las urnas.

Los gobernadores del peronismo son una parte fundamental de la coalición oficialista y algunos de ellos integran la escueta lista de ganadores. Este domingo ganaron Sergio Uñac (San Juan), Juan Manzur (Tucumán), Ricardo Quintela (La Rioja), Gustavo Saénz (Salta), Raúl Jalil (Catamarca), Gildo Insfrán (Formosa) y Gerardo Zamora (Santiago del Estero).

Entre todos los mandatarios, los ganadores y los perdedores, corre una fuerte autocrítica como espacio político y, en especial, cuestionamientos directos a la Casa Rosada por los errores en la comunicación, la imposibilidad de controlar la inflación y la subestimación del impacto del escándalo de Olivos, la crisis económica y las prolongadas restricciones por la pandemia.

“La agenda del Gobierno, la que se hace mediática, no es compatible con la agenda de la gente. Tienen que comunicar mejor lo que están haciendo”, precisó a Infobae un gobernador del norte argentino, que considera que de aquí hasta el 14 de noviembre, día de las elecciones generales, “hay tiempo para levantarse”, pero que se “necesitan cambios”.

Entre los gobernadores está la idea de que el Ejecutivo está desperfilado respecto al discurso público. Apuntan, por lo bajo, contra el Presidente por considerar que en muchos de sus actos y entrevistas “habla para el frente interno y no para la gente”.

“Si Alberto no se deskirchneriza y el protagonismo lo toman Cristina y Máximo, estamos en el horno. Tiene que dejar de tirar mensaje para congraciarse con ellos y le tiene que hablar a la sociedad”, sostuvo, en modo crítico, la mano derecha de un gobernador importante del centro del país.

La crítica está vinculada a algunos temas que el Presidente ha tocado a lo largo de la gestión, como la reforma judicial, el ataque a la Corte Suprema, la posición en política exterior en Venezuela y Bolivia, o la defensa a la profesora K que intentó adoctrinar a un alumno cuestionando el gobierno de Mauricio Macri y alabando los mandatos del kirchnerismo.

“¿Para qué meterse a defender a esa profesora cuando todo el mundo estaba enojado por lo que se veía en el video?”, reflexionaron cerca de un gobernador con un buen diálogo con la Casa Rosada. La derrota trajo al presente los múltiples errores del pasado a los que en el Gobierno no le daban importancia. En el interior del país entienden que en Balcarce 50 se los subestimó.

Otras de las lecturas que aparecen entre los mandatarios está relacionada al castigo a la política. En esa hipótesis se anotan los nombres de Marcelo Lewandowski, Carolina Losada, Javier Milei y Facundo Manes. Candidatos que provienen de afuera del circuito chico de la política y que aún en la derrota lograron sacar una buena cantidad de votos en los últimos comicios.

“Fueron tantos los errores que cometió el Gobierno que lo terminamos pagando todos. Hubo un efecto arrastre que nos tiró para abajo”, indicaron cerca de un gobernador peronista al que le suele ir bien en su provincia y que este domingo se llevó una sorpresa con el volumen de votos que logró la oposición.

Creen que la ola amarilla se desencadenó como consecuencia de una mala gestión del Gobierno, que tomó mayor volumen por los errores de comunicación y las promesas no cumplidas de Fernández en materia económica. Y que cuando la ola rompió el día de las elecciones generó un efecto arrastre que perjudicó a los gobiernos provinciales.

“El problema real no es la comunicación, sino la economía. El problema es que no le dimos lo que prometimos en el 2019. Por más vacunas que haya, a la gente le aumenta el supermercado todas las semanas y contra eso no hay nada que hacerle”, precisaron desde el gobierno bonaerense que conduce Axel Kicillof.

La mayoría de los mandatarios coinciden en que el gobierno Alberto Fernández se alejó de la agenda de la gente para concentrarse en la batalla con la oposición y los medios, lo que expuso un perfil kirchnerista que rompió la moderación que encarnó el Presidente cuando llegó al poder.

Además, hay análisis coincidentes sobre la subestimación del Gobierno respecto al enojo que había en las diferencias capas sociales de la Argentina. Un dirigente de extrema confianza de un gobernador de peso del armado oficialista lo definió así: “Se creyeron que a la gente no le molestó la foto del cumpleaños de Fabiola. No entienden nada. Viven inmersos entre los aplaudidores”.

Aunque no lo dirán nunca en público, por lo bajo, hay gobernadores que preferirían que Alberto Fernández y sus ministros no viajen a sus provincias porque entienden que los perjudica de cara al electorado. No se lo dirán al propio Presidente. Incluso, muchos están agradecidos por el trato que hoy reciben de la Casa Rosada. Pero en términos electorales las reglas del juego son diferentes y la política expone su costado más cruel.

Un tópico más que aparece en el análisis postelectoral de los gobernadores es la sobrevaloración que hizo el Gobierno respecto al impacto que podía tener en las urnas el operativo de vacunación. Aquello de que cada vacuna es un voto, que se pensó dentro del oficialismo y que el domingo no tuvo su correlato en las urnas.

“Viven en una burbuja. Era un deber del Gobierno darle vacunas a la gente. ¿A quién se le ocurrió que podría tener reedito electoral?”, se preguntó un legislador que tiene el respaldo necesario para hablar en el nombre de su gobernador. Los dardos hacia Balcarce 50 llegaron desde todos los rincones y sobre todos los temas posibles.

Los errores no forzados fueron el argumento en el que más coincidieron en el interior del país. Entienden que se sumaron a un descontento generalizado marcado por la crisis económica y la pérdida del poder adquisitivo semana a semana. El vacunatorio VIP, la foto del cumpleaños en Olivos, la profesora K y la política internacional errática entran en esa nómina.

“El Presidente va a tener que trabajar duro para recuperar la credibilidad. La tuvo y la fue perdiendo solo. Y él solo la va a tener que recuperar. La pelota la tiene Alberto”, sostuvo un mandatario 24 horas después de la derrotas en las elecciones legislativas. Los gobernadores esperan una reacción por parte del Gobierno que en el día después no se vio.

Esperan cambios en el Gabinete y gestos que den cuenta de la cachetada electoral. No entienden el mensaje que salió de los pasillos de la Casa Rosada anunciando que esos cambios no están previstos y mucho menos las explicaciones del jefe de Gabinete sobre la derrota en el que apuntó contra los medios y la oposición.

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