Independiente y River no lograron vencerse

El primer duelo entre Independiente y River terminó en igualdad entre los técnicos: Gallardo acertó en el plan inicial y Holan lo emparejó en el entretiempo.

Por: Vicente Muglia @VicenMuglia. El primer cruce entre Independiente y River en esta serie de los cuartos de final de la Copa Libertadores no defraudó las expectativas.

Se esperaba un partidazo y así ocurrió, pese al mentiroso 0 a 0, un resultado lógico por las tremendas actuaciones de Campaña y Armani. La promesa de buen fútbol tenía que ver con la propuesta de ambos entrenadores. Si Marcelo Gallardo y Ariel Holan no son los dos mayores estrategas dentro de los técnicos del fútbol argentino, pega en el palo. Con perfil de ajedrecistas, capaces de estudiar minuciosamente cada movimiento, los dos buscaron sorprenderse. ¿Resultado final? Un empate táctico. Lo empezó ganando el Muñeco, triunfador en lo que respecta al plan inicial. Lo terminó igualando el Profesor, vencedor en eso de rectificar sobre la marcha para no perder la partida. Veamos:

Primereó Gallardo. Los primeros 45 minutos, más allá del remate de Meza en el travesaño, fueron de River. En un partido que se presumía de ida y vuelta, con poco tránsito por la zona media de la cancha y con transiciones defensa-ataque veloces de ambos lados, el equipo del Muñeco sacó ventaja por las bandas. El 4-2-3-1 del Rojo era incapaz de contener el avance de los laterales de River. Montiel y Casco, en mayor medida, pasaban al ataque por sorpresa y Meza y Romero, los extremos del local, les miraban la espalda.

Quintero y el Pity se cerraban inteligentemente para dejarles la raya y los que sufrían era los laterales del Rojo, que perdían en el 2 contra 1. Con superioridad por afuera, River dominaba y llegaba con peligro. Además, Borré y Pratto se movían de afuera hacia adentro y se sumaban a ese circuito veloz que generó problemas a la última línea de Independiente. Así, se agigantó la figura de Campaña. Cuando el equipo de Holan la tenía, para colmo, no lograba progresar en el campo mediante el toque. A las habituales triangulaciones entre lateral (Bustos/Sánchez Miño), interior y extremo (Romero/Meza) por banda, le faltaba un vértice porque Hernández, en teoría el que debía motorizar los ataques y sumarse a ese circuito, quedaba absorbido por el mediocampo rival.

Respondió Holan. La historia cambió en el segundo tiempo. Holan detectó el problema y actuó en consecuencia. Adiós al 4-2-3-1 y bienvenido un 5-2-3 que en teoría pintaba como defensivo pero que en la práctica no lo fue. Con ese retoque en el dibujo fortaleció las bandas al colocar a un tercer zaguero central (el uruguayo Silva por el chileno Silva) lo que permitió que los dos laterales estuvieran más respaldados. Además, colocó a Hernández de doble cinco con Domingo y el ex Celta, con la cancha de frente, se sintió más cómodo y tuvo más participación. Y luego metió a Cerutti para impedir las constantes subidas de Casco que tanto peligro habían ocasionado en la primera parte. Cuando tenía la pelota, un central pasaba del fondo al medio para conducir o respaldar (Figal o Silva) y ahí lograba superioridad como para llegar con peligro. De esa manera, el que empezó a ser figura fue Armani.

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